Ser un buen líder no es tarea sencilla.
Todos hemos conocido a ese jefe que parece hecho para arruinar la moral del equipo. Pero, como bien se dice, “un defecto es un tesoro”, y es hora de que saquemos provecho de esos comportamientos típicos de antiliderazgo.
Hoy vamos a aprender de los que lo hacen mal, pero lo haremos con humor, porque si no reímos, lloramos.
Así que toma nota, porque vamos a revisar cómo no ser un antilíder y, de paso, cómo mejorar tu liderazgo (o al menos evitar que tu equipo te ponga en la lista negra).
¿Listo?
¡Vamos!
Las «Anticualidades» del Liderazgo: Un Manual para Arruinarlo Todo
¿Quieres saber cómo destruir la confianza, el talento y la calidad de vida de tu equipo en tiempo récord?
Pues aplica estas joyas del antiliderazgo, o mejor, evítalas si quieres liderar sin que te odien.
Falta de entendimiento empático
La empatía es cosa de débiles, ¿cierto?
¡Error!
Si no te importa lo que siente tu equipo, se nota, y ellos lo saben.
Un buen líder escucha, pero el antilíder lo corta con un “sí, sí, sigue trabajando”. Resultado: un equipo desmotivado que ni siquiera asistirá a las celebraciones de la empresa.
Apropiarse de éxitos ajenos
¡Qué fácil es brillar cuando te atribuyes el trabajo de otros!
Claro, mientras te llevas los aplausos, tu equipo te mira con ojos fulminantes pensando: “La próxima vez, no hago nada”.
Un buen líder reconoce el esfuerzo de su equipo. El antilíder se roba los créditos… hasta que el equipo se lo cobra.
Desconfianza infundada
¡Qué maravilla desconfiar de todos!
Tienes ojos en la nuca, pero no porque estés atento, sino porque tu equipo está planeando su escape.
Un buen líder confía en su equipo.
El antilíder… revisa hasta el punto final de los correos.
Alimentar antagonismos
«Divide y vencerás», dicen algunos… hasta que te quedas solo.
Fomentar conflictos internos es la receta perfecta para el desastre.
Si quieres ser un líder efectivo, fomenta la unidad, no la división.
Carencia de visión de largo plazo
El antilíder vive en el «aquí y ahora», como el perezoso de «Zootopia».
Planear a largo plazo no es su fuerte.
Un buen líder tiene una hoja de ruta clara.
El antilíder va apagando incendios día a día, esperando que todo se resuelva por arte de magia.
Explosiones emocionales ante el error ajeno
El antilíder estalla cuando alguien comete un error, especialmente si puede hacerlo en público.
Un buen líder sabe que los errores son parte del aprendizaje y no se convierte en el show de las 3 de la tarde cuando algo sale mal.
Infalibilidad pública
El antilíder nunca se equivoca, o al menos eso dice él.
¿El problema?
Todos en el equipo lo saben, pero prefieren callar para no ser los próximos en la lista negra.
Un buen líder admite sus errores, lo que genera respeto y credibilidad.
Si el antilíder comete un error, simplemente lo niega.
¿Acaso fue su culpa? ¡Jamás!
Un buen líder reconoce cuando se equivoca y busca soluciones, en lugar de culpar a otros o ignorar el problema.
No asumir decisiones desagradables
Cuando hay malas noticias, el antilíder se desvanece.
«Eso viene de arriba», dice, sin asumir la responsabilidad.
Un buen líder, en cambio, se enfrenta a las decisiones difíciles y da la cara, incluso cuando el panorama no es favorable.
Incoherencia
«Haz lo que digo, pero no lo que hago» es el lema del antilíder.
Exige puntualidad, pero llega tarde.
Un buen líder predica con el ejemplo, porque sabe que sus acciones arrastran más que sus palabras.
Premiar solo por simpatía
El antilíder tiene favoritos, y todo el equipo lo sabe.
No importa cuánto te esfuerces, si no estás en su lista de «amiguitos», no esperes reconocimiento.
Un buen líder premia en base al mérito y reconoce el esfuerzo real.
Inflexibilidad
El antilíder es el rey de la rigidez.
Si algo siempre se hizo de una manera, no tiene sentido cambiarlo, ¿verdad?
Un buen líder es flexible y abierto a nuevas ideas, porque sabe que adaptarse es la clave para crecer.
Sarcasmo e ironía excesivos
El sarcasmo puede ser divertido… hasta que se convierte en una herramienta para destruir a los demás.
Un buen líder usa el humor para crear un ambiente positivo, mientras que el antilíder convierte cada comentario en una forma de humillar.
Sumarse al chisme
El antilíder no solo escucha los rumores, ¡se suma a ellos!
En lugar de cortar el «radio pasillo», lo alimenta.
Un buen líder fomenta la transparencia y corta el chisme de raíz para mantener la confianza en el equipo.
Trasladar presiones sin filtro
Si el jefe tiene un mal día, el equipo también lo tendrá, porque el antilíder pasa las presiones tal cual las recibe.
Un buen líder, en cambio, sabe filtrar las tensiones externas y proteger a su equipo cuando es necesario.
¿Cómo ser un líder efectivo?
Ahora, dejando un poco el sarcasmo de lado (solo un poco), veamos algunas claves para liderar de manera efectiva y evitar caer en las trampas del antiliderazgo:
Generar confianza
La confianza es la base de un buen liderazgo.
Si no confías en tu equipo, ellos tampoco confiarán en ti.
Delegar responsabilidades y permitir que tomen decisiones fortalece la relación.
Escuchar activamente
No se trata de asentir mientras miras el reloj.
La escucha activa implica prestar atención, entender las necesidades del equipo y actuar en consecuencia.
Un buen líder sabe que la comunicación abierta es esencial para el éxito.
Admitir errores es un signo de fortaleza
Admitir que cometiste un error no te hace débil, te hace humano.
Un líder efectivo no tiene miedo de reconocer sus fallos y aprender de ellos.
Los errores son una oportunidad para mejorar.
Predicar con el ejemplo
Si esperas compromiso, responsabilidad y proactividad de tu equipo, asegúrate de que esas cualidades también estén en ti.
El ejemplo arrastra, y los buenos líderes inspiran a través de sus acciones.
Fomentar la colaboración
No se trata de dividir para reinar, sino de colaborar para crecer.
Un buen líder fomenta un ambiente de cooperación y evita la competencia destructiva dentro del equipo.
Aprender de los Antilíderes para Ser Mejores Líderes
Como dijo W. Edwards Deming,
“un defecto es un tesoro”,
y en el mundo del liderazgo, esos defectos son nuestras mayores fuentes de aprendizaje.
Aprender de los errores de los demás (y de los propios) es la clave para evitar caer en las trampas del antiliderazgo.
Al final del día, si quieres un equipo motivado, comprometido y con ganas de dar lo mejor, lo único que necesitas es liderar de la manera en que te gustaría ser liderado.
Preguntas
Aquí tienes 5 preguntas de autoevaluación para que te examines en este tema:
¿Confías en que tu equipo puede tomar decisiones importantes sin tu supervisión directa?
¿Premias el mérito por encima de las relaciones personales o favoritismos?
¿Tienes una visión clara a largo plazo que comunicas a tu equipo de manera efectiva?
¿Escuchas activamente las ideas y preocupaciones de todos los miembros de tu equipo?
¿Reconoces tus propios errores frente al equipo cuando es necesario?
Si una o más respuestas fueron negativas, hay trabajo que hacer y somos los candidatos ideales para ayudarte a hacerlo.
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