Mi eterno amor
Ha pasado mucho tiempo, y parece que fue ayer que te vi
con esa sonrisa de niño, como un sol que ilumina el amanecer,
y esa mirada penetrante de esos hermosos grandes ojos,
profundos como el océano, que me miraban fijamente. Al instante,
supe que te amaría para siempre.
A tu lado viví los momentos más hermosos de mi vida,
como cada tarde que llegábamos juntos de trabajar,
caminando de la mano, con el cielo pintado de colores cálidos.
Nuestras almas se unían y, con locura,
se amaban sin parar, como si el mundo se fuera a acabar,
como el fuego que arde sin cesar en una noche estrellada.
Los días y las horas pasaban, y nuestro amor cada vez
se hacía más fuerte que nunca, como un roble en medio de la tormenta.
Pero de repente algo pasó: un día, ella llegó y todo cambió.
Te fuiste para no volver. Mi corazón se desangró de tanto dolor,
mis ojos se secaron de tanto llorar. ¿Por qué a mí?, siempre me preguntaba.
Qué dolor siente mi alma cada vez que escucho nuestra canción en la radio,
como una brisa fría en una tarde de verano. Cómo te recuerdo,
pero mi corazón necio no te puede odiar y,
en el silencio, te ama más que antes, tal vez hasta la eternidad.
Y aunque el dolor es profundo, me queda la esperanza
de que el tiempo sane las heridas y traiga consigo
la paz que tanto anhelo, y así, en algún rincón del alma,
poder sonreír al recordar lo que una vez fue.
FIN
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