De la cuenta regresiva de tus cuentos matemáticos 

y otras formulas alquímicas apareciste tú.

Con tu química volátil, 

con tu física relativa. 

Envolviste mis conceptos 

y desdibujaste mi alquimia. 

A hora soy un  algoritmos 

de tu cubica a la cuarta.

Y desdibujaste mi sonrisa. 

Y me metiste en tus matraces

disolviéndome en tu dimensiones, 

Me  convertiste en átomo y molécula

de tus cuentas regresivas. 

Y disecaste mi corazón, 

Lo llenaste de encimas y de hechizos,

y lo dejaste en la heladera

a placer y  perpetuidad. 

Y mi alma se confundió con la distancia

y la velocidad erráticas del movimiento. 

De ese movimiento errático y momentáneo 

de tu péndulo foucaulniano. 

Me convertí en PI,  para desaparecer de ti

a hora soy un numero eterno, 

un numero mágico, que desplaza su algoritmo

para enfermarte a ti. 

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