Cuicas y Timoto están mal heridos con la flecha disparada por el cacique Miquinoco.

Ella haciendo un gran esfuerzo logra sacarlo por en medio del conuco y lo monta en la mula acostado boca a bajo. El cacique Miquinoco va detrás de ellos en una persecución ansiosa, no es muy rápido porque su edad avanzada se lo impide.
Cuicas corre mas rápido esquivando las flechas que Miquinoco sigue disparando. Jala la mula vega a bajo, está desesperada por el peligro. Cuando llega al cruce del camino, un gran temor se apodera de ella y le impide avanzar; escucha los quejidos de dolor de Timoto, él trata de ser fuerte, la sangre va cayendo por el camino. Cuicas trata de calmarlo recitando una melodía que su mamá le cantaba cuando ella estaba enferma.
Dulce Cuicas, suave lanita , dulce gotita de miel, que te hiciste dormilona, proon,proon,proon...
Timoto al escuchar a su amada se sentía fortalecido para seguir luchando contra el dios de la muerte.
El viejo cacique está cerca; y es entonces cuando la lagartija dorada aparece y con el fulgor de sus rayos le quita la vista a Miquinoco, lo deja ciego, impidiéndole avanzar, cae por un barranco quedando inmovilizado por horas. Cuicas aprovecha para huir. Al instante la lagartija dorada le indica que deben entrar por el boquete de una cueva oscura y fría. Estaba tapada con una piedra enorme. Cuicas haciendo un gran esfuerzo logra quitar la piedra y entra con su amado.
Cuicas le dice a Timoto:
-resiste amado mío.
El le responde:
-me siento muy débil, el dolor es muy fuerte, no quiero ser quejambroso pero siento que me muero.
-Mi Timoto, al no mas llegar, voy a donde Camaguá para que te saque la flecha y te cure.
La lagartija les dice que el pasadizo de la cueva les llevará directo a la rivera del río La Quebrada, es un antiguo atajo que usaban los antepasados cuando tenían que ir a curar a un enfermo. Un viento fuerte entra en la cueva que los impulsa como en un túnel a gran velocidad a través del tiempo. Ya se ven inmediatamente en la rivera del río. Cuicas arrastra a Timoto a la choza donde preparaban la chicha. Él está inconsciente, la lagartija a ido a buscar a Camaguá que vivía en la tribu del Humo. Cuicas mientras tanto va preparando hierbas machacadas con granos de granada para darle un bebedizo a su amado. Llora junto a él sobándole la frente con ternura y diciéndole:
– ¡Montesito alto, no quiero que te mueras!
Dulce Montesito alto , suave plumita de cóndor , que te hiciste dormilón, proon,proon,proon...
Al instante se siente una brisa fuerte, Cuicas sale a la entrada y ve la anciana hechicera Camaguá que viene cabalgando montada encima de un oso frontino, el oso ruge con una intensidad que retumba en cada rincón de la gran Quebrada. Su rugir se une a la creciente impetuosa del rio. Ella se sorprende ante la majestuosidad del oso.

La mujer se baja corriendo con un brazal de ramas amarradas a su espalda con bejucos. Camaguá saluda a Cuicas con un beso en la frente y le dice:
-vamos a curar al muchacho, antes de que el dios de las sombras se lo lleve, la flecha que le han disparado tiene mucho mal, es una flecha de envidia.
Cuicas llorando le dice:
– Camaguá, ¡no quiero que muera el amor de mi alma!
Entonces la anciana comienza a preparar un ungüento que aplicará en la zona de la espalda de Timoto, y poco a poco va jalando la flecha; es tanto el dolor que siente el muchacho que su cuerpo está temblando y prendido en fiebre. Sigue perdiendo mucha sangre.

Camaguá le dice a Cuicas que mantenga presionada con sus manos la herida de la flecha mientras ella prepara una especie de venda de lana de algodón para frenar la hemorragia, Cuicas siente la presión de la sangre, está muy nerviosa, Timoto ya no reacciona, ella le habla insistentemente, le dice:
-¡aguanta amado mío!
Entonces Cuicas invoca la fuerza del Dios de Niquitao:
– Dios y Diosa de las lagunas cristalinas del páramo del Cacique Cabimbú, sana a mi amado para que pueda liberar a tus hijas inocentes que están en cautiverio. Yo también quiero ser liberada de la furia de Miquinoco.

En ese instante se siente un temblor de tierra ante la oración de la joven Cuicas. Camaguá ve llegar a la choza un Condor, que trae sobre su pico una rama de Ditamo Real, esta planta es de un arbolito sagrado en la cultura indígena; crece en las orillas de la Teta de la diosa Niquitao, tiene muchos poderes, entre ellos el de curar cualquier enfermedad de sangre y prolongar los años de vida. El pájaro esplendoroso revolando sobre la choza deja soltar la rama que cae suavemente sobre las manos de Cuicas.

En sus manos el poderoso remedio tiene un color dorado y verde, brillante como el oro y unas flores que destellan como el reflejo de un diamante. Camaguá le dice a Cuicas que coloque la planta en la herida y pronuncie estas palabras de agradecimiento a la diosa y dios de Niquitao:

-Yai chípensa ban guan, jum, jum ram soma in Niquitao , que significa, hoy tengo sanación y paz porque tu eres fuerza sanadora diosa Niquitao
La joven pronunció las palabras y sintió una energía en sus manos que fue cerrando la herida como un milagro de amor. No quedo cicatriz alguna, su herida también quedó curada. Timoto despertó y abrazó profundamente a su amada, y le susurro al oído diciendo:
-ya estoy aquí, mi Cuicas, el invierno de la muerte ya pasó, quiero que te cases conmigo, nuestro amor es libre como el vuelo del cóndor…y ella con una mirada llena de amor, con un beso profundo a su amado, le dice entonces al oído:
-sí amado mío quiero ser tu esposa para siempre, así esta escrito en las estrellas.
Entonces Camaguá le dijo a los muchachos:
– Deben hacer su promesa de amor eterno en la laguna de Niquitao antes matrimonio para liberar a las muchachas del cautiverio.
Timoto y Cuicas se ilusionaron por la promesa de amor, despidieron con una reverencia a Camaguá, al gran oso y al cóndor. Tomados de la mano se fueron a choza del Cacique Tubusito para avisar que estaban sanos y salvos. Al llegar a casa les recibieron entre lágrimas y gritos, pues los enamorados no habían notado que llevaban meses que los estaban buscando. Resulta que el pasadizo secreto en el que entraron para protegerse de la furia de Miquinoco les detenía el tiempo. Era un lugar encantado por la diosa de Quebrada de Cuevas. Los padres de Cuicas pensaron que se los había llevado la corriente del río.
Esa misma noche enviaron un recado con la lagartija dorada a los padres de Timoto para organizar una ofrenda a los dioses por la aparición de los muchachos.

Ese día en las orillas del gran río organizaron una danza de gratitud entorno al fuego, porque el Dios y la Diosa de Niquitao había salvado a los muchachos del mal. El Cóndor seguía sobrevolando la Tribu de Tubusito; en las montañas se escuchaba el rugir del gran oso frontino, y en el corazón de aquellos enamorados se iba gestando poco a poco una promesa de amor eterno.

Freddy de Jesús ARAUJO A SchP.
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