Pienso, luego existo, y luego,después de un gran bostezo, no recordaré la última frase que te dije

Ni la mueca que te hice en la cocina

Ni la nalgada que te di cuando pasaste ante mí

provocándome con tu risa de burla e invitación

Pienso, luego existo, y te miro de soslayo queriendo ponerte de rodillas mientras pienso en las ocurrencias de Descartes

y me olvido de fregar la taza del café,de sacarme el calzoncillo sucio,

de rascarte la espalda allí donde nace la cintura

De ser un simple pez buscando nadar en tus aguas vacilantes

A veces turbulentas, siempre deliciosas

Pienso que hace dos horas,

cuando el sol amanecía al otro lado del río,

te fascinabas con la luz que ciega y mata

Y yo, tibio y olvidadizo,

pasaba de la belleza del nuevo mundo

Del día frugal que comenzaba delirante y tierno

entre tus nalgas y mis lamentos de labios

y saliba

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