¿Por qué rondan en mi cabeza las fogosas
noches del verano?
¿Por qué coacción cabalgan sobre el lomo
de las olas?
Entonces de nuevo te vi con tus lágrimas
atrapadas en tus manos yertas,
y con el alma cegada en la mermada
certeza.
Con el interior cautivo fui apresado
en la duda pueril y en las ausencias,
en la tenaces esperas,
en las persecuciones frustradas,
cedí la esperanza a las esferas nocturnas.
Sin embargo preferí negar el dolor a la
soledad que encadena: ese estigma del dolor
que es un gigantesco zumbido
similar a la estampida de los caballos
o que es la mudez caníbal…Igual que el celo
de las lágrimas,
en aquellas honduras asfixiantes del desfogue
o en aquel furor virginal del Lucero…
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