Era una de esas tardes
cálidas, agónicas, angustiosas
ella esperaba sentada
la llegada de la luna
que iluminaba como nadie
sus verdes ojos de gata
– – – – –
Ojos cristalinos, perversos
sonrisa tenue, triste
mirada perdida, lejana
evitando el tumulto y el sol
buscando la sombra errante
que transita en la noche, sin rumbo
– – – – –
Entra en el bar de la esquina
se vuelve a sentar
se queda mirando
pide una copa
en alcohol se ahogan los versos
se apaga la luna, sigue la locura
– – – – –
Turbio poso de bebida añeja
sabor a vodka y a sal
olor a lejanos recuerdos
gemidos de oscuro misterio
víctima del desencanto
en busca de frágil remedio
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