Han pasado los años,
yo era solo una niña,
pero sigue en mi memoria
aquella ancianita que conocí,
que siempre veía sentada
a la entrada de su casa.
– – – – –
Le escuchaba hablando sola
y como niña curiosa, un día le pregunté
¿con quién habla usted?
enseguida me contestó,
hablo con el silencio,
es el único que me escucha.
– – – – –
Ya nadie necesita mis consejos,
mis historias, mis risas,
todos saben más que yo,
todos se mueven mejor que yo,
me he vuelto invisible,
pasan a mi lado y no me ven.
– – – – –
Soy como esa chaqueta vieja
que ya nadie se quiere poner,
no está de buen ver,
se tira sobre una silla,
se guarda en cualquier esquina
y nadie se atreve a tirar.
– – – – –
Allí, con su luz apagada,
viendo a la gente pasar,
a los niños jugar,
mujer triste pero tranquila,
seguramente recordando
como había sido su vida.
– – – – –
Luego mi madre me diría,
que la ancianita no sabía leer,
pero que había levantado su casa
trabajando duro noche y día,
para darles a sus hijos
los estudios que ella no tenía,
– – – – –
Y me viene a la memoria
una frase de Víctor Hugo
la vida, la soledad, el abandono,
son campos de batalla
que tienen sus héroes oscuros
más grandes que los héroes ilustres.
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