El Primer Beso y Una Noche Inolvidable
El momento llegó, ese instante que habíamos imaginado tantas veces en nuestras mentes, pero que nunca se siente igual cuando finalmente sucede. Nos mirábamos, con nervios en el aire y el corazón latiendo tan fuerte que sentía que lo podías escuchar. Era como si el mundo entero se hubiera detenido, dejando únicamente a nuestros dos corazones en sincronía.
Me acerqué a ti, aún sin creer que por fin estabas a mi lado, después de todo lo que habíamos esperado, soñado y luchado. Y entonces, sucedió. Nuestros labios se encontraron por primera vez, pero mi nerviosismo me jugó una mala pasada: un ligero choque de dientes que me hizo reír nerviosamente y mirarte apenado.
—Perdón, creo que estoy demasiado nervioso —dije entre risas.
Tú también te reíste, con esa sonrisa que ilumina todo. Fue ahí donde entendí que no era un sueño, que realmente estabas ahí conmigo, y que no importaba cuán torpe pudiera ser el momento porque lo único que importaba era que estábamos juntos.
Esa noche, cuando llegó la hora de dormir, los nervios seguían presentes, aunque el beso había roto un poco esa barrera invisible entre nosotros. Te movías de un lado a otro, dando vueltas en la cama. Yo no podía dejar de mirarte, preguntándome cómo alguien podía ser tan perfecta incluso en sus momentos más vulnerables.
Me acerqué lentamente y susurré en tu oído:
—No te preocupes, aquí estaré cuando te despiertes.
Esas palabras parecieron calmarte un poco. Te quedaste quieta por un momento, respiraste profundamente, y aunque el sueño tardó en llegar para ambos, sabíamos que estábamos donde siempre habíamos querido estar: juntos.
Esa noche fue el inicio de algo más grande que cualquier beso, más grande que cualquier promesa: fue el comienzo de nuestra vida juntos, superando nervios, risas y miedos, con la certeza de que nunca más estaríamos solos.
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