“LEYENDAS FOGONERAS CAJAMARQUINAS”, UN VIAJE A LA ESCENSIA DE CAJAMARCA
Por: Ronal Jhanpier Herrera Pérez, Luis Fernando Rojas Viscaino y Luigui Joseph Puitiza Zegarra
Desde el principio, cuando el hombre descubrió el fuego y lo llevó a su cueva, encontró en él algo mágico, que iba más allá de su calor y luminosidad. En ese fogón, que evocaba la luz, percibía una chispa sagrada que iluminaba no solo su entorno, sino también su imaginación. Años atrás, cuando la energía eléctrica era un privilegio que pocas personas gozaban, los hogares se iluminaban con velas o lámparas.
Esa luz se convertía en una pequeña estrella amarilla que como si se tratase de un trance espiritual empezaban a brotar historias místicas, las cuales reflejaban los temores más profundos que tenemos los seres humanos. En la obra Jorge Pereyra Terrones, nos ofrece una colección de 45 leyendas y relatos basados en hechos reales que enriquecen la cultura cajamarquina. Pereyra, natural de Celendín y nacido el 20 de abril de 1952, es un destacado periodista, escritor y poeta. Realizó sus estudios primarios, secundarios y universitarios en su ciudad natal, donde se formó en sociología. En 1972, se trasladó a Lima para estudiar Comunicación Social en el Instituto de Periodismo «Jaime Bausate y Meza”. Su carrera periodística despegó en el diario La Crónica, donde se destacó como articulista y ganó un Premio Nacional de Periodismo. A lo largo de su trayectoria, Pereyra ha dedicado gran parte de su vida a investigar y documentar las Leyendas Fogoneras Cajamarquinas.
Estas historias contadas alrededor del fuego que han sido esenciales en la formación de la identidad comunitaria. Su enfoque resalta el valor de estas narrativas en la cultura cajamarquina y busca fomentar el interés de las nuevas generaciones en sus raíces y tradiciones. A través de sus escritos, ha logrado conectar el pasado con el presente, enfatizando la importancia de la narrativa en la construcción de la identidad cultural. Desde mi punto de vista, la obra Leyendas fogoneras Cajamarquinas promueve el conocimiento y valoración de la cultura sobrenatural local entre los adolescentes. Esto es clave para fortalecer su identidad regional y respeto por la diversidad cultural, permitiendo que a futuro no solo hereden las tradiciones, sino que tengan comprensión de su identidad y entorno.
En primer lugar, la representación de los fenómenos sobrenaturales es uno de los tres ejes temáticos existentes en la obra y es fundamental para entender la cosmovisión cajamarquina. Un gran ejemplo encontrado es la leyenda de El hombre del autobús, en el que Pereyra narra un suceso extraño que le paso a Lucy, donde un personaje misterioso y con aspecto escalofriante sube al ómnibus en el cual la protagonista está desplazándose a la ciudad de Trujillo.
Una noche mi amiga Lucy viajaba en autobús de Cajamarca a Trujillo y a la entrada del poblado de Magdalena vio que un hombre muy extraño se subió al vehículo. (…) Luego le comentó a una señora que viajaba en un asiento cercano lo extraño que era el señor que había abordado el autobús en Magdalena (…) le dijeron que no habían visto subir a nadie. (Pereyra, 2015, p. 39)
Este tipo de eventos sobrenaturales no solo maravillan a los jóvenes lectores, sino que también permiten que estos puedan conectarse con los mitos y creencias propias cajamarquinas. La habilidad de Pereyra para transmitir estas leyendas con una mezcla de realidad y misterio crea un efecto espeluznante. Al realizar esto hace que el lector se cuestione dónde están los límites entre lo real y lo sobrenatural, siendo esta una característica común de la literatura popular de Cajamarca.
En segundo lugar, Leyendas fogoneras Cajamarquinas promueve el respeto por la diversidad cultural al presentar diferentes creencias y valores de Cajamarca. Gracias a las narrativas orales de nuestros abuelos y bisabuelos quienes nos transmitieron los valores a través de las leyendas, se formó nuestra identidad como personas. Pereyra logro que los lectores experimentan un boom de información sobre diferentes tradiciones y perspectivas cajamarquinas, lo que les permite entender y apreciar la riqueza cultural de la comunidad. Esta enseñanza no solo enriquece el conocimiento del lector, sino que también promueve un mayor respeto y empatía hacia nuestra cultura. Como menciona Pereyra (2015):
Catequil fue hijo de dos antiguas deidades, Guamansuri y Cautaguan. La joven y bella Cautaguan tenía fieros hermanos, los guachemines, quienes capturaron y quemaron a Guamansuri cuando supieron que había seducido y embarazado a la diosa (…) Catequil era venerado en la sierra norte como dios del rayo y el trueno y tenía un hermoso templo en Santiago de Chuco. (…). (pp. 127, 128, 129, 130)
Se puede apreciar que la leyenda invita al lector a valorar la mitología como una vía para entender y conectar con la naturaleza y el cosmos, promoviendo así el respeto por la diversidad cultural de Cajamarca. A través de estas leyendas, los adolescentes no solo conocen el legado de su región, sino que también pueden reflexionar sobre la importancia de honrar sus creencias y tradiciones, lo que fomenta un respeto más profundo por las raíces que conforman su identidad y su visión del mundo..
En último lugar, el autor menciona que muchas de estas leyendas fueron contadas por su abuela y su madre alrededor de un fogón, donde el fuego no solo iluminaba la noche, sino que también encendía la creatividad y la fantasía de quienes escuchaban. Este entorno cálido y familiar es fundamental al comprender cómo las historias cobran vida y se convierten en una base esencial para estimular la imaginación. Según Clasf. (s.f.), Leyendas fogoneras cajamarquinas, en Cajamarca el fogón ha sido históricamente un espacio de encuentro y transmisión de saberes. En este sentido, Jorge acierta al dedicar su obra a su madre, abuela y tías, ya que con los relatos de ellas participó desde el palco de su imaginación infantil, con personajes que eran impalpablemente reales para él y que protagonizaban cada episodio narrado en medio del humo y el calor del fogón. La juventud actual, en cambio, desconoce que antes, alrededor del fogón hogareño y a la amarillenta luz de un candil o lámpara a kerosene, se cumplían labores familiares como escoger semillas, desgranar mazorcas y otras actividades que fortalecían los lazos de unión e identidad familiar y colectiva. Esas historias y diálogos de las “tertulias fogoneras” se amenizaban con refranes y moralejas, cuyo mensaje subliminal promovía el amor a la familia, la comunidad y el respeto por lo desconocido, motivando así la práctica de valores. Además, dentro de estas leyendas, el eje temático de la «Representación del mal» juega un rol esencial al presentar figuras demoníacas que ejemplifican la lucha entre el bien y el mal. Un claro ejemplo de esto es el cuento La Diabla, donde el mal se representa a través de una figura siniestra que se divierte atormentando a sus víctimas, en una manifestación brutal y misteriosa del sufrimiento humano. Como describe Pereyra (2015):
Después de vomitar un alma, su cara se convierte en la calavera de una yegua, sus cabellos se tornan en las barbitas del choclo y sus dientes en los granos de una mazorca podrida. Además de eso, el resto de cuerpo también se transforma (…) la Diabla embosca y se pone a jugar con él, como el gato con el ratón, atormentándolo, pero sin matarlo inmediatamente. (…) Y, finalmente, aullando como loco, la desgraciada víctima lo único que vocifera antes de morir es: ¡la vi, la vi! (Pereyra, 2015, pp. 65-66)
Este relato no solo presenta el mal como una presencia omnipresente y aterradora, sino que también refleja la manera en que el mal se manifiesta en la vida cotidiana, alimentando miedos ancestrales. A través de tales relatos, los jóvenes lectores no solo se enfrentan a figuras aterradoras, sino que también pueden reflexionar sobre las lecciones morales que estos cuentos transmiten, reconociendo la importancia de la virtud y el respeto en su vida diaria.
En resumen, Leyendas fogoneras cajamarquinas, es una cautivadora colección de 45 relatos. Nos invita a sumergirnos en la rica cultura y mitología de Cajamarca, revelando las tradiciones orales que han dado forma a la identidad de esta región. En este sentido, es evidente que la obra promueve el conocimiento y valoración de la cultura sobrenatural cajamarquina entre los adolescentes. Recomiendo este libro a un público en general, puesto que es un recordatorio de la importancia de preservar nuestras historias y tradiciones, pero en su mayoría a niños y adolescentes, pues en su mayoría desconocen la cultura cajamarquina
Esta obra es una forma de conectarte con tu pasado y aprender como buen cajamarquino todo lo que nos puede ofrecer esta hermosa región, además, pasarán momentos de suspenso e intriga con tu familia. En un mundo donde la modernidad y la tecnología nos han alejado de nuestras raíces como cajamarquinos.
La obra de Pereyra nos conecta con lo que es parte de nosotros y nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre nuestras identidades y el significado de las tradiciones locales. Asegurando que, a través de la narración, las historias Cajamarquinas perduran y siguen resonando en el futuro. Recomiendo encarecidamente esta obra a quienes deseen conectar con sus raíces, ya que actúa como un puente que ilumina el presente y el futuro. Animo a cada lector a sumergirse en este mundo lleno de magia y misterio, donde una por una leyenda espera ser descubierta y celebrada.
Referencias:
Pereyra, J. (2015). Leyendas Fogoneras Cajamarquinas. Martínez Compañón Editores.
LEYENDAS FOGONERAS CAJAMARQUINAS EN CAJAMARCA. (s.f.). Clasf. https://www.clasf.pe/leyendas-fogoneras-cajamarquinas-en-cajamarca-3211099/?p=1
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