Qoriwayra, el paraíso incaico que venció al tiempo [1]

Qoriwayra, el paraíso incaico que venció al tiempo [1]

Javier De Genova

18/11/2024

En lo profundo de los Andes peruanos, existe un pueblo olvidado llamado Qoriwayra, escondido entre cumbres nevadas y valles exuberantes.

Aislado del resto del mundo, sus calles de piedra están cubiertas de musgo y sus casas de adobe parecen surgir del mismo suelo, fundiéndose con la naturaleza. Qoriwayra es un lugar donde el tiempo ha decidido detenerse, un refugio de antigüedad que sus habitantes, los Qoriwinaris, defienden con orgullo.

Los Qoriwinaris son un pequeño grupo de personas que han vivido en armonía con la tierra durante generaciones.

Sus tradiciones y costumbres han permanecido inalteradas. Se dice que cada siete años, cuando la luna llena brilla con mayor intensidad, el pueblo celebra un festival en honor a Pachamama[2], en el que agradecen a la madre tierra por sus cosechas.

Con sus rostros marcados por el sol y el viento, poseen una conexión profunda con la tierra que los rodea. Su piel es de un tono oscuro, bronceado por años de trabajo al aire libre, y sus ojos, intensos y profundos, brillan con la sabiduría transmitida de generación en generación.

Visten ropas coloridas tejidas a mano, adornadas con intrincados patrones que cuentan historias de sus antepasados y de la naturaleza. Los hombres suelen usar ponchos de lana de llama, resistentes y cálidos, mientras que las mujeres llevan largas faldas de colores vibrantes, acompañadas de chales que protegen del frío. Estos atuendos no solo son funcionales; son un símbolo de identidad y pertenencia.

Los Qoriwinaris han vivido en armonía con su entorno, dedicándose a la agricultura y la ganadería. Cultivan maíz, papa y quinua[3]
en terrazas construidas con esmero en las laderas de las montañas, utilizando técnicas ancestrales que respetan y nutren la tierra. Su conexión con la madre tierra, es fundamental; la veneran y celebran su generosidad en ceremonias llenas de música, danza y ofrendas.

Cada miembro de la comunidad desempeña un rol vital en la vida del pueblo. Los ancianos, como Inti, son los guardianes de las tradiciones y relatos, quienes transmiten enseñanzas y relatos de la historia del pueblo a los más jóvenes. Mientras tanto, los niños corren libres, riendo y jugando entre los campos, aprendiendo de su entorno y de las costumbres de sus padres.

A pesar de su aislamiento, los Qoriwinaris son hospitalarios. Reciben a quien llega al pueblo con los brazos abiertos y una sonrisa, compartiendo alimento e historias como muestra de su riqueza cultural. Su sentido de comunidad es fuerte; se apoyan mutuamente en los momentos difíciles y celebran juntos los logros y festividades.

Sin embargo, el tiempo ha comenzado a eroderar[4]
su existencia.

La modernidad avanza implacable en el exterior, y las historias sobre Qoriwayra se han convertido en susurros en las aldeas vecinas.

Entre los habitantes de Qoriwayra[5], destaca una anciana llamada Inti.[6]
Sus ojos, llenos de sabiduría, reflejan las historias de su gente. Inti siempre cuenta a los niños acerca de la legendaria llama dorada, un símbolo de esperanza, que, según dice, se aparece a quien esté dispuesto a escuchar el llamado de la tierra. «La llama dorada nos recordará al mundo que existimos», les dice con ternura.

Pero a medida que los años pasan, la anciana teme que sus relatos y su pueblo se conviertan en polvo y olvido.

Una mañana, un joven forastero llamado Martin Chambi[7], un fotógrafo apasionado por los pueblos perdidos, se aventuró en la cordillera a casi 3.800 metros sobre el nivel del mar entre el lago Titicaca y la selva.

Su cámara es su herramienta para capturar el alma de los lugares que, como Qoriwayra, han caído en el olvido. Al llegar al pueblo, fue recibido por miradas curiosas y sonrisas cautelosas.

Martin sintió que había encontrado un tesoro escondido, un lugar donde cada esquina y cada rostro tenían una historia que contar.

Esta nueva historia suya la sentía tan fascinante como las sobrecogedoras perspectivas del Machu Picchu que años pasados bien supo capturar con su cámara para el National Geographic[8].

Nadie podía dejar de pensar en la importancia de lo que estaba ocurriendo, anexando esta situación con el descubrimiento que había ocurrido por parte de Hiram Bingham[9] y que había despertado al mundo un interés internacional por los Andes y la cultura prehispánica.

Con el paso de los días, Martin se convirtió en parte de la vida en Qoriwayra. A través de su lente, comenzó a documentar las tradiciones del pueblo.

La festividad de Pachamama fue su mayor inspiración, y mientras los Qoriwinaris danzaban y ofrecían ofrendas, él capturaba momentos llenos de vida y color. Inti se convirtió en su guía, compartiendo leyendas y secretos de la tierra.

Una noche, mientras Martin se preparaba para dormir, escuchó un murmullo suave. Sigilosamente salió de su choza y se adentró en el bosque. Allí, bajo la luna plena, vio una llama de un dorado intenso, brillante como el sol. La mirada de la criatura parecía atravesar su alma, recordándole la esencia de la vida en Qoriwayra.

El susurro del viento lo llevó a comprender: el pueblo ya no solo era un lugar en el mapa, sino una comunidad que necesitaba ser escuchada y vista.

Con su cámara llena de imágenes y su corazón rebosante de historias, Martin decidió que no podía abandonar Qoriwayra sin hacer algo significativo.

Con el apoyo de los lugareños creó una exposición fotográfica que viajaría a las ciudades y que contaría la historia de este pueblo olvidado.

Al presentar su obra, exponiéndola en vida para toda América Latina y parte de Europa y Estados Unidos, la voz del pueblo resonó más allá de las montañas, despertando la curiosidad de viajeros y quienes buscaban conectarse con este valor auténtico y peruano.

Con el tiempo, Qoriwayra comenzó a renacer. Nuevos visitantes llegaron atraídos por la magia de su historia y el pueblo floreció una vez más.

A través de un esfuerzo colectivo las tradiciones se preservaron y las leyendas de la llama dorada se propagan como un eco en la cordillera.

Así, el pueblo detenido en el tiempo dejó de ser un eco del pasado y se convirtió en un faro de esperanza, recordándole a todos que, aunque el tiempo avance, hay lugares y corazones que siempre clamarán por existir.

Decir que Martin ya era un pionero en esta hazaña es cierto pero es insuficiente según la opinión de los mejores especialistas críticos de esta época.

En este punto del mapa sigue vibrando con el susurro de su historia, reclamando su lugar en el vasto universo.

En el corazón de los Andes, los Qoriwinaris son sin duda alguna, un valioso testimonio vivo de la sabiduría ancestral, la perseverancia y el amor por la tierra.

Conservan su esencia intacta, siendo un faro de esperanza y un recordatorio de la importancia de cuidar y respetar el mundo que nos rodea y por ello son parte del genuino y más puro patrimonio histórico incaico que perdura en estos días.

Javier De Génova



para CONCURSO LITERARIO «MACONDOS DEL SIGLO XXI» 2024 (Perú)


[1] Relato que no corresponde a una realidad concreta, basada en datos reales pero no reflejando sino una mera ficción.

[2] Pachamama (también conocida como Mamapacha) es el nombre que dan los pueblos de Los Andes a una deidad que adoran y que representa a la Tierra. Dentro de la mitología incaica, es una diosa tipo «Madre Tierra»,​ así como de la fertilidad, que preside a la siembra y a la cosecha, encarna las montañas y provoca terremotos

.

[3] • Según investigaciones científicas el origen de la quinua se sitúa en las inmediaciones del lago Titicaca y desde allí el cultivo se expandió a todos los países andinos. • Estos granos fueron la comida principal de los Incas junto con el maíz y la papa. Se conoce que la quinua inició cultivos en los Andes de Suramérica hace más de 5.000 años.

[4] Esa palabra evoca una reflexión profunda sobre la impermanencia y el paso del tiempo. Es interesante pensar en cómo todas las cosas están sujetas a cambios y a la erosión, ya sea física o emocional.

[5] Nombre del pueblo de fantasía inspirado en Qoriwayra Campana es actriz profesional, pedagoga teatral y cantante, con una formación integral en teatro, danza y cine. Ha explorado tanto la danza contemporánea como la danza tradicional, incluyendo la danza de tijeras. En el ámbito musical, es la vocalista fundadora de la banda femenina de rock gótico y ancestral «La Reina de los Condenados».

[6] Inti o Punchao ​es el dios Sol, la deidad más importante de la mitología incaica y ancestro mitológico de los fundadores y soberanos del Imperio incaico. En las tradiciones más extendidas es considerado hijo de Viracocha, el dios creador, ​y casado con su hermana mayor, Mama Quilla, la diosa de la Luna, con quien compartía una igualdad de rango en la corte celestial.

[7] Martín Jerónimo Chambi Jiménez (Coasa 5 de noviembre de 1891 Cuzco, 13 de septiembre de 1973) fue un fotógrafo peruano. Es considerado como pionero de la fotografía de retrato.​ Reconocido por sus fotos de testimonio biológico y étnico, ha retratado profundamente a la población peruana y su patrimonio.

[8] National Geographic Society —en español: Sociedad Geográfica Nacional— es una de las organizaciones internacionales más grandes del mundo sobre educación y ciencia. Inicialmente tenía el objetivo de avanzar hacia el conocimiento de la geografía y del mundo para el público en general, pero actualmente sus intereses incluyen la geografía, la arqueología, las ciencias naturales, el estudio de las culturas del mundo, la historia y la promoción de la conservación del medio ambiente y del patrimonio histórico. Con este objetivo, concede becas de exploración y publica mensualmente una revista, National Geographic.

[9] Hiram Bingham (19 de noviembre de 1875- 6 de junio de 1956) fue un explorador y político estadounidense. Fue el responsable de hacer pública la existencia de la ciudad incaica de Machu Picchu.

VIDEO QUE SIRVIO DE INSPIRACIÓN 

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