8. ¡No sabes con quién estás hablando!

8. ¡No sabes con quién estás hablando!

¡No sabes con quién estás hablando!

Esta es la historia de Carlos, un joven cuya familia le inculcó desde temprana edad la vocación sacerdotal. Anhelaban que se convirtiera en un sacerdote ejemplar. Carlos se desarrolló nutrido por esa visión que le inspiraba gran ilusión, notando además que el sacerdote de su comunidad gozaba de poder, prestigio y fama de santidad.

Carlos finaliza su formación en el seminario y está próximo a ser ordenado como diácono. Opta por visitar a su familia en su encantador pueblo natal de Pregonero, ubicado en las montañas de Táchira, Venezuela, donde la parroquia a la que perteneció lo acoge con gran alegría y celebración.

Carlos entró a su habitación, evocando innumerables recuerdos de su niñez. Aún permanecía el pequeño altar que su padre le construyó para su espacio sagrado, adornado con iconos de Jesús como compañero de viaje, un tapete y un Nuevo Testamento abierto junto a una pequeña vela.

En la tranquilidad de la noche, se preparó para su examen de conciencia. Encendió una vela y, con los ojos cerrados, adoptó una postura meditativa. Se imaginó sentado junto a un río, sobre una piedra, sintiendo la suave brisa y escuchando el alegre canto de los pájaros que volvían a sus nidos entre los árboles de bucare.

En su imaginación, ve acercarse a un muchacho conduciendo un rebaño de ovejas. Se sienta a descansar junto a Carlos, se saludan cordialmente y entablan una conversación agradable. Carlos le relata aspectos de su vida y menciona que pronto será ordenado sacerdote. Se siente atendido, aunque no deja mucho espacio para que el pastor pueda hablar.

Después de una larga conversación, el joven pastor toma la palabra y se transforma en la voz de la conciencia que empieza a resonar, diciéndole a Carlos: 

-«La gente te ha tratado con estima, admiración y devoción. Debes haber notado que tu actitud ante la manera en que la gente se acercaba a ti era de agrado y satisfacción.»

-Experimentas un placer peculiar cuando te tratan con preferencia y reverencia, cuando familias acaudaladas te invitan a auténticos banquetes, y recibes regalos y elogios por tus palabras llenas de sabiduría. Tu corazón comienza a alejarse de la gente sencilla, hasta llegaste a llamarlos ignorantes en una celebración de la Palabra en la comunidad de Pregonero  por desconocer el significado del derecho canónico. 

-No permites que cualquiera te abrace para evitar que arruguen o manchen tu sotana de seda importada de Roma y tu camisa con cuello romano.

Entonces Carlos experimentó una incomodidad intensa, la ira lo inundó por las palabras del humilde pastor. Lo levantó de la piedra y le gritó con fuerza:

¿Cómo te atreves a dirigirte a mí así? Eres solo un pastor que desconoce con quién está hablando. Pronto seré conocido como el Padre Carlos; tú, en cambio, eres un campesino que desconoce los preceptos de la Iglesia Católica Apostólica Romana.

El joven lo observaba intensamente, su rostro reflejaba temor y tristeza, como si estuviera a punto de llorar. Su atención se centró en el Cristo que Carlos llevaba en el pecho. Al darse cuenta de la devoción en su mirada, Carlos observó cómo el muchacho se arrodillaba ante la imagen y comenzaba a hablarle.

¡Reverendo y Padre Carlos! ¿Así prefieres que te llamen, o ‘Carlocho’, como te decíamos en la Comarca cuando eras niño y ahora ni lo recuerdas?

Te quiero decir una ultima cosa:  

-Aún no estás listo para asumir los ministerios; necesitas ser completamente honesto contigo mismo, abordar tu ansia de poder y autoreferencia, y buscar el sendero del verdadero Evangelio, aquel que se reveló a los humildes de corazón. Tienes un año más para reflexionar.

Fue entonces cuando Carlos comprendió que aquel sencillo pastor era Jesús de Nazaret, quien le murmuraba al corazón: «Si quieres seguirme, renuncia a ti mismo, toma tu cruz y sígueme.»

Carlos, derramando lágrimas por sus experiencias, optó por informar a su familia y a los formadores del seminario que requería dedicarse más a sí mismo. Se comprometió a emprender un proceso de acompañamiento con profesionales capacitados para profundizar en sus motivaciones hacia el sacerdocio y realizar un discernimiento más detallado. 

Carlocho visitó la comunidad de Pregonero y pidió disculpas a todos por su actitud arrogante y clerical. Dio un abrazo a cada persona y pasó varios meses allí, compartiendo la vida con los campesinos, trabajando la tierra, orando con ellos y haciéndose eco en su corazón de las alegrías, esperanzas y tristezas de la gente.

¡Siempre pobre entre los pobres!

¡Orante entre otros orantes!

Trabajador del jornal,
un misionero  sin lujos, viviendo entre la gente,

sin cuentas en los bancos, ni prestigios,

Simplemente ya no buscó aspiraciones egoístas, su única aspiración fue

convertirse en el hermano de todos.

Quiso que la gente sencilla de Pregonero , leyera el Evangelio en su propia vida.

Soy Carlocho 

Pobre, pequeño y pecador.

Tema integrado: La asimetría del poder.

Autor: Freddy de Jesús ARAUJO A SchP.

ITER- PREA CULTURA DEL BUEN TRATO Y PREVENCIÓN DE ABUSOS

Pbro. Lic. Lucas E. Smiriglia
ITER- PREA CULTURA DEL BUEN TRATO Y PREVENCIÓN DE ABUSOS

  

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