
Madrid 13/9/2024 ( 10-10-24)
El mosto una bebida cara.
Desde que tengo uso de razón la cultura del vino me estuvo persiguiendo. El primer recuerdo fue en Chinchón, creo recordar tener 10 o 11 años cuando visitamos las cuevas del vino, mi padre tenía un amigo allí, y le visitamos, nos bajó a la bodega y en un pequeño mostrador, debajo de él estaba depositadas en varias estantería botellas o como lo llamaban los mayores frasca por ser cuadrada o rectangular su altura y base, y entre descuidos de los adultos, aprovechando la poca luz de la cava, mi primo dos años mayor que yo, y quien relata esta crónica cogimos una melopea de aúpa, que nos duró todo el día, y la bronca de los papis. Luego vendrían otras salidas al campo, los domingos para pasar una agradable jornada al aire libre con la naturaleza, aprovechando mi Padre y otros amigos, la cercanía de alguna villa vinícola, nos acercamos a la bodega o al establecimiento dispensador de la bebida de los Dioses y Emperadores Romanos, para obtener de ellos los 16 litros del morapio vertido en la gran garrafa de cristal forrada con mimbre, cuya capacidad de volumen llena es la medida que se la conoce como *Arroba* y que veinte años después cosas del destino conocí una chica natural de este pueblo, Castellano Manchego* así que desde mi infancia, antes que las nuevas tecnologías digitales acuñaron esta idea, su significado del nombre y del símbolo lo aprendí gracias al continuo uso de idas y venidas de la famosa garrafa de cristal cabía una arroba de vino, que los amigos de mi padre se repartían una vez llegado a las moradas de cada uno, continuamente hablan de la arroba, como si fueran expertos en las redes sociales de ahora y diesen su dirección de correo electrónico o su cuenta Instagram o Tik Tok. Y fue en esa época donde me aficioné a conocer los pueblos de España, disfrutando de ese turismo vinícola de cercanía y que de mayor, cuando puedo y las circunstancias me lo permite recorremos está Piel de Toro donde en toda su extensión, se bebe la sangre del animal. En mil novecientos ochenta conocí a una muchacha, su padre tenía viñas muy cerca de Navalcarnero, en la pradera de un Álamo, en las comida, no faltaba la jarra de vino mezclada con gaseosa rebaje obligado en la mesa, la mezcla entre los dos componentes eran un refrescante sabroso y agradable beber para mí paladar, ya que el vino con esos grados de alcohol no lo tolero muy bien y me hace marearme y me obliga decir tonterías, por culpa de ese tal Dionisio y su compinche, que de pequeño me sumergió en un tonel lleno de un caldo oscuro y amargo, que a la vez era un olor atrayente en una finca de Méntrida. No le dieron vergüenza meterse con un inocente niño, si fuera hoy de mayor los molería a palos, con el QuitaPenas, que me traje de Málaga después de servir a mi Patria. Mi chica de arroba y yo nos fuimos a vivir para un humilde barrio, que desde las ventanas del salón, el panorama de vista, era una bodega con alta cubas de barro tras un largo mostrador de metal donde se expendía entre otras bebidas vinos Toledanos y de Rueda, que los sábados acompañados de los nuevos vecinos, deleitamos suculentos aperitivos acompañado de ese Néctar licor y elixir del aguamiel conectando el presente con el pasado de los Dioses Místicos, sangre en bebida, como si fuera un sacramento eucarístico sellando ese misterio y pactando la nuevas amistades de camaradas, como es la vida placentera sabiendo que un compañero te sigue. Hice una pequeña amistad con el vinatero quien dijo que venían algunos taxistas de otros barrios de Madrid a por algunos envases de vino de Rueda para sus clientes. Años después me acerqué al barrio para saludar al viejo tabernero, al no reconocer. Una nueva cara me atendió pues el nuevo bodeguero me comentó que traspasó el local por jubilación. Años después planeamos un viaje con amigos para la localidad de Coca, en la provincia de Segovia, después de visitar su extraordinario castillo y buscar un restaurante para almorzar. Pedro, pidió una botella de un nuevo vino, revelando que lo descubrió la semana pasada en un restaurante, manifestando que es excelente para comer, de la denominación de Rueda y la marca Yllera 5.5, quedamos encantado degustando este caldo suave en grados de Alcohol, ya que el Pata Negra acostumbrado a bebe duplica su escalones de porciones antisépticas y que Aurori, nos comentó, ¿Qué podíamos ver la bodegas, para el 10 de agosto, podíamos quedar? y visitar su entramado enredo de pasillos subterráneo te transporta al pasado, a la antigua Grecia clásica copia de las subterráneas y laberínticas cuevas de la Isla de Creta, el arquitecto Dédalo construyó unos pasillos fríos y oscuros, para encerrar al Minotauro, y crees que te lo vas ha encontrar en cualquier rincón de las galerías. La visita estaba concretada a las doce del mediodía de este caluroso sábado, después de contemplar el campo plantados de viñas y parras de la bodega, bajamos al inframundo, pensé que entrábamos en el Orcus Romano, o el Hades Griego. Pero era una cueva, donde el monstruo de cuerpo de hombre y cabeza de toro, esperaba en la cava, como si fuéramos los siete hombres y mujeres jóvenes prometidos por el Rey Mino para el sustento y sacrificio de alimentar a este Ser diabólico, todo por la pérdida en la guerra de Atenas. Menos mal que es un mito dije yo, menuda putada si fuera cierto, con la cantidad de guerra que está sucediendo ahora mismo en el planeta, el Minotauro le daría una apoplejía de tanto atracón carne, se echaron a reír mientras que subíamos los estrechos escalones de la escaleras enladrillada con firmé en la roca, y que nos llevaban otra vez a la realidad de la superficie, donde nos esperaba la cata de vino, que eso era nuestro interés y que yo no pude beber más que un mosto, el mosto más caro que se pueda pagar creo recordar que fueron veinte euros cada uno, la entrada y degustación de buenos caldos, y yo, al ser el conductor oficial no pude probar el alcohol de los tintos y blancos, mi responsabilidad era llevarlos de vuelta a casa tras recorrer cuatrocientos kilómetros en ida y vuelta. La experiencia fue buena, ¿ya que el conductor no bebe alcohol, en Valdepeñas para el mes que viene podemos quedar para otra cata de vino?, expuso la idea Aurori, a los demás nos pareció bien, Olé, Olé, otra escapada de fin de semana. “ ¡Que viva el vino! ( Pero que no viva tan lejos)
Enrique Manuel Hidalgo para el País de la Piel de Toro.
Relato presentado con el Seudónimo de Han Solo al V certamen de relatos cortos, ruta del vino de Rueda ( España) 31/10/2024
Si alguna vez, queréis visitar esta bodega llevaros algún tipo de chaqueta y pantalón largo, pues la temperatura a esa profundidad es bastante fresca. Aunque sea verano. Y disfrutar de ella.
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