Salí desesperada y silenciosa, como ocultando un dolor en mis brazos, caminé lo más rápido que pude, o eso creo, sin poder aún terminar la cuadra pude escucharlo

A él, silbando desde la puerta por la que acababa de salir

Cuando volteé además de ser cegada por la luz amarilla del poste de la esquina, lo vi, trayéndome con toda su mano

Al girar de nuevo y alejarme más escuché sus pasos ostentosos y apresurados, levantando el polvo y tierra, pateando algunas rocas por accidente. Esto no me hizo correr, ni caminar más rápido, incluso noté que lo hacia un poco más lento.

Me alcanzó y sujetó del brazo

– Regresa, sigamos hablando 

Me mantuve en silencio. Y continúo más fuerte:

-Ya te dije que lo siento ¿Serio crees que es pa’ tanto? ¿Dejaras que esto nos arruine?

Eso que dijo me dolió bastante, pero lo miré a lo ojos mientras lo hacía…y no ví maldad, me ví a mi, en una esfera marrón que parecía apunto de quebrarse, que imploraba algo como piedad o ayuda, seguramente ambas.

Quedé fijada en sus ojos unos pocos pero eternos segundos, Luego me sorprendió el ladrido de un perro en el techo de una casa, despertado por nuestra pequeña discusión. Aquel perro motivo a muchos más y en pocos segundos teníamos a toda la cuadra ladrandonos o ladrando sin más 

Mientras me sentía abrumada por el abucheo de la multitud, di media vuelta y caminé lento a casa, Percy me siguió el paso, avergonzado por los ladridos, mientras seguía mi ejemplo de silencio. Cerró la puerta despacio.

Desperté al mediodía, me sentía rara por lo de anoche, sumándole ahora que ya era domingo 

Grité «¡Percy!» Tres intensas veces y todas sin respuesta, me dirigí a la cocina y encontré un desayuno ya frío con una pequeña nota que decía 

«Salí a taxear amor

Desayuna esto 

lo hice para ti, la más hermosa del mundo :)»

Admito que su «bandera blanca» logró calmar mis ansias instantáneamente 

Apenas sentí el alivio correr mi cuerpo me exalté al escuchar el teléfono fijo sonar, corrí a contestar 

-Aló? – dije rápidamente 

– July, ¡Amiga! ¡Querida amiga! ¡Mejor amiga de todos los tiempos!

– ¿Que quieres Yamilet?

– Crees que puedas recoger a mi pequeña? ¡Sale en 15 minutos!

-¿Y tú en qué estás?

-pues…ocupada en mis vainas july, sabes que la cosa está dificil. que sapita eres ahora no? Jeje, ¿me harás el favor o no?

-Saldré ahora 

Colgué sin despedirme, esa niña era una dulzura, el mundo no la merecía, y ni que decir de su madre…

Sali apresurada sin tiempo de comer. El colegio estaba a un par de cuadras, entre unos callejones tierrosos dónde las mototaxis levantaban un polvo tan gigantesco que de vez en cuando podías ver unos remolinos formarse.

Me coloqué junto una multitud de padres diciendo los nombres de sus hijos cada que se les otorgaba la palabra, así un profesor iba a buscarlos. Parecía que tardaría una eternidad, pero en cinco minutos ya estaba diciendo su nombre y en un minuto luego de eso ya tenía a la pequeña Susana en mis brazos.

Hace seguramente un año que había aprendido a hablar y desde entonces no paró. Me contó de su paseo al parque de las leyendas, y cada animal que vió, uno por uno, a minucioso detalle.

En medio de nuestra profunda charla nos paramos en un semáforo, pasaban taxis con personas ocupadas en sus asuntos, buses ni muy llenos ni muy vacios, con gente ni muy llena ni muy vacía, camiones grandes y pesados, que hacían temblar las ventanas de las casas, pero sobre todo pasaban mototaxis, en una especie de manada interminable 

Rojas, azules, verdes, raramente amarillas 

La de Percy era la rara, «la especial», como me corregía él ,o «la piolín» como decía luego, corrigiendose a si mismo 

Esto hizo tan fácil verlo, allí, pasando el semáforo justo cuando cambio a verde para mí.

Manejando mientras reía despreocupado. Entonces, sin siquiera buscar ví a Yamilet, sentada atrás, con una mirada firme, incluso sentí que sus ojos si me vieron, pero supe que ella no 

– Susy ¿Y si vamos a tu casa? Podemos esperar a mamá allí 

Asintió con la cabeza 

Sentí que notó mi extrañeza, no lo pensé mucho, no sabía si quiera si estarían allí.

Fueron siete minutos de camino en el que no dije nada, y Susana tampoco, definitivamente lo notó, con su eterna inocencia, en mi respiración cortada, en mi caminar miedoso y apresurado, en el sudar de mis manos… Mientras que yo no sabía nada, ni teorizaba, ni pensaba, solo quería entender.

Llegamos a la recta de su casa, iniciando estaba el puesto de churros la Tía Lourdes, churros que compro desde que tengo recuerdos, algunas que otra vez me habría regalado alguno por ser clienta habitual y escucharla conversar sobre todo lo que roban los políticos o lo loco que esta el clima en Lima

Pasando por el lado del puesto no recibí ningún saludo, entonces giré y la miré, extrañada

Ella tambien me vió, sus ojos se pasearon por mi rostro por un rato, luego se colocaron firmes en la casa de Yamilet, hecha a base de unos ladrillos gruesos e imponentes, con un cemento mal colocado pero excesivo, que reafirmaba la firmeza de los ladrillos 

Ella no vivía en el primer piso, sino en el segundo, al cual subí desde sus escaleras metálicas de caracol que emitían un sonido tétrico con cada paso que daba

Entonces a través de su puerta principal hecha a base de cristal pude distinguir las borrosas siluetas de ambos, El gorro blanco de Percy y las gordas piernas de Yamilet.

La ventana grande de al lado de la puerta estaba abierta, pero tenía las cortinas cerradas.Vergonzosamente pasé mi mano entre la rejilla de la ventana y abrí un trozo , para verlos con nitidez, los ví a través de un marco de puerta sin puerta, y en mitad de un pasillo semi oscuro

Percy estaba dándole un pase de coca, con la llave de nuestra casa, a Yamilet, con una leve sonrisa que revelaba más su propia nariz también polvorienta, sonrisa que se borró cuando me distinguió entre las cortinas husmeando

Susana hizo un sonido de dolor, ya que apreté su mano con fuerza, pero escucharlo no hizo que pudiera contenerme.

Percy y yo nos quedamos viendo, como batallando quien daba el primer paso. Fui yo, caminé rápidamente a las escaleras soltando la mano de Susana igual de rápido.

Mientras reproducía el eco tétrico de las escaleras, escuché la puerta abrirse con una rapidez y fuerza que casi la rompe. Apenas terminé las escaleras Percy las había terminado también 

Me dió un beso y lo dejé dármelo.

– Lo arruinaste… solo ayer que lo arruinaste, y ya lo volviste a arruinar

– Amor, perdóname, !Ella me pidió que le venda! Tu sabes cómo jode Yamilet, además no nos viene mal el dinero

– Tiene una hija huevón

– No es mi problema que no la cuide

– Pero jalaste también, ¿te obligó acaso o que?

Se quedó callado, así que arranqué mi mano de las suyas y seguí 

Pasé al lado de tía Lourdes, quien presenciaba el chisme con la oreja bien parada.

Sin bajar velocidad, llegué hasta el final de la cuadra que parecía interminable, solo ahí Percy me alcanzó y abrazo por detrás.

– Perdoname, July, solo le iba a vender pero sabes que me puede la tentación …superaremos esto juntos, por favor, olvidemos esto

No dije nada, Prosiguió:

-¿En serio crees que esto puede arruinarnos?

Me dolieron sus palabras, pero me hicieron entrar en razón 

Di media vuelta y lo abracé con mi cabeza

Entonces nos dijimos mutuamente que nos amabamos 

 

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