En Argentina y en sus diferentes provincias, nombramos a las personas, los hechos o las cosas de distinta manera. No es que los argentinos seamos superiores o inferiores. Simplemente somos distintos como lo son otros países de nuestro continente. Por cuestiones laborales, durante 20 años me tocó recorrer casi todo el territorio argentino y el resto de países latinoamericanos. Eso me hizo conocer y comprender los distintos modismos y giros idiomáticos. Los argentinos hablamos y escribimos el español pero tenemos nuestro lunfardo. El lunfardo debe ser entendido como un modo de expresión popular. Se define como un repertorio léxico integrado por palabras y expresiones de diverso origen, utilizadas en alternancia con las del español estándar y difundido, transversalmente, en todas las capas sociales y centros urbanos de la Argentina. El lunfardo es una jerga que surgió entre las personas de clase baja en la Ciudad de Buenos Aires y sus alrededores a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Fue una época donde llegaron muchos inmigrantes italianos y españoles en su gran mayoría. Con el paso de los años, numerosas palabras y expresiones del lunfardo se incorporaron al habla coloquial de Argentina y de Uruguay. El uso de este modismo se ha ido ampliando a través de los años y es de uso normal utilizarlo en nuestras conversaciones y escritos, así sea que tratemos temas superficiales o importantes.
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