MACHU PICCHU Y UN SUEÑO EN LAS ALTURAS

MACHU PICCHU Y UN SUEÑO EN LAS ALTURAS


MACHU PICCHU Y UN SUEÑO EN LAS ALTURAS


Siempre he escuchado decir a la gente que si no fuesen lo que son hubieran optado por tomar otro camino, como el de la música, la pintura, política, docencia, entro otros. Todos ellos mencionaban que serían más felices si lo pudieran hacer. Yo no entendía a mis 20 años, cuando tienes mucha energía, cómo muy pocos se atreven a ser un ingeniero y músico, un abogado y pintor, profesor y a la vez maestro de baile. No podía aceptarlo, me negaba a creer que no fuese posible.

A mi me gustan los números y los cálculos, me encanta que me digan Ingeniero, pero nada se compara al momento, a ese espacio de tiempo cuando toco mi guitarra, aquella que me regaló mi viejo hace años. No soy un experto, pero soy libre en los géneros que me gustan. Paso horas imaginándome cómo sería mi vida como estrella de la música. Y sin duda, fantaseo con mi primer videoclip. ¿El lugar?, la sierra peruana, allí sentado, cantando a mis antepasados, en el majestuoso Machu Picchu, junto al cóndor, que me observa desde las alturas que llegan a más de 2,430 m.s.n.m.

Y ahí estoy, cantando a viva voz, con el alma, al lado de mis hermanos peruanos de la zona. Preguntando sobre sus costumbres y creencias. Me enseñan a tocar la zampoña y lo primero que aprendo es Valicha, ¡qué hermosa!. Pero llega mi madre a mi habitación y dice que la cena está servida. Y si, ya anocheció. Pero tengo toda una noche para seguir soñando.

Al volver a mi habitación imagino la subida en tren hacia la ciudad de los Incas, siento a los templos milenarios esperando mi llegada para ser mostrados al mundo, pidiendo que se le respete y admire. El viaje desde Lima, la capital, hacia el Cusco es larga en bus, pero decidí que fuese así para conocer mi Perú interno, el de los olvidados. A ese Perú que solo se llega en campaña electoral. Y de la nada, al pasar los días ya no era un cantante, me había convertido en un cantor. Cantaba para ser feliz, para hacer feliz al resto y llevar un mensaje al que lo desee tomar. Me es impresionante el pensar en cómo se pudo haber subido esa cantidad de enormes piedras hacia un lugar casi inaccesible para cualquiera. Nadie lo sabe, y yo prefiero tampoco saberlo. Estar allí es una experiencia mitológica, religiosa, social y sobre todo real.

Despierto del sueño, es momento de ir a la Universidad. Machu Picchu, espérame por favor. Junto al cóndor, junto a toda esa energía milenaria de años de historia que ni los españoles pudieron conocer. Allá voy.

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