ASERTIVIDAD
No sabía cómo hacerla callar. Llevaba más de la mitad del trayecto sin poder desconectar de la verborrea de su compañera de viaje. En mala hora se tuvieron que sentar detrás, pero era la única opción, pues la novia del conductor había ocupado el asiento delantero, costumbre arraigada e indiscutida.
Aquella chica en seguida pidió permiso para comer una manzana, permiso concedido en modo automático por la pareja, una sola voz y quizás un solo corazón. Y desde ese momento comenzó un festival informativo sobre hidratos, azúcares, proteínas, ejercicio físico, calidad del sueño, dietas intermitentes, educación nutricional y un sinfín de temas anexos que hubieran mareado al mismísimo Grande Covián o, en versión más actualizada, a cualquier nutricionista influencer.
- Chicos -interrumpió, ya sin contemplaciones-, ¿pararemos unos minutos? Por ir al baño y comprar algo de beber.
- Sí, claro, en unos 10 kilómetros llegamos a un área de servicio, ¿bien?
- Genial, gracias.
Frente al espejo del baño, se miró y se prometió hacer algo para evitar aquella tortura verbal y monotemática. “Tú puedes, dale caña, piensa”. Miró sus ojos airados y el ceño inevitable y de pronto se hizo la luz en el hemisferio cerebral correspondiente a las grandes ideas. Consultó su móvil, hizo unas capturas de pantalla y salió del baño en dirección al coche, con la decisión marcada en su paso firme.
Flaqueó un poco cuando la vio hablando con la novia del conductor; a la legua se notaba que esta iba perdiendo energía a chorros, mareada por la expansión verbal incontenible de aquella vampiresa de la sintaxis, el vocabulario y la entonación. Se dirigió a ella y le cortó en seco:
-Escucha. En Blablacar hay una información sobre habilidades comunicativas y los tres hemos elegido la de “No hablo mucho” – le enseño los pantallazos-. Y tú eres un torrente incontenible, así que de ahora en adelante, por lo que más quieras, cállate.
Y sin decir más, entró al coche y ocupó su asiento. Notaba el temblor de su compañera pero no tuvo compasión. Atardecía. La pareja puso música relajante. Llegaron a destino y ella se alejó pitando con un adiós inaudible. Los otros tres se despidieron respetuosamente
Dos días después, consultó su perfil en la app y leyó en Opiniones: Excelente. Javier es un compañero formal y discreto. Y muy asertivo, resolvió con eficacia un pequeño incidente con otra pasajera. Recomiendo viajar con él.
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