Palabras que se fueron con el tiempo, recuerdos que se quedaron como un quiste, promesas que olvidaste, que se quedaron junto a los “te amo” que me decías, los besos que nunca te di por miedo a que voltees la cara o me des una cachetada.

Pensamientos que habitan en alguno de los tantos hoyos que hay en mi corazón, ¿la razón de mi amor? Tus ojos llenos de la luz que le faltaban a los míos, la misma luz que hoy ilumina otro camino ajeno y separado al mío.

Planes que se quedaron en ese chat, que, por desgracia, eliminaste; miradas que nunca se cruzaron después de ese último “nos vemos luego, te quiero”.

Esperanzas que consumo en forma de cigarrillos para siquiera verlas brillar una última vez al frente de mis ojos, los mismos que están cansados de ver los recuerdos que nunca pasaron o como los besos que eran tan reales que solo los podía imaginar, los besos de esos labios que solos podía palpar mientras dormía… ¡JA! Y yo que no duermo nunca.

Cicatrices y heridas que no las curo el tiempo, solo se hicieron más grandes y más ondas, como estas aguas en las que me hundo por no saber quién debo ser y/o por querer parecerme menos a aquel chico que olvidaste.

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