SANTINO Y MERCEDITA

Había una vez, en una pequeña localidad del Conurbano Bonaerense donde se encuentra ubicado el prestigioso Estadio del Defe[1], un joven emprendedor llamado Santino León Barrios que era muy conocido por su curiosidad insaciable y su enorme pasión por la nueva tecnología digital.

Cierto día trascurriendo el mes de Septiembre, mientras exploraba el antiguo placard de su abuela Feliciana, se llevó una gran sorpresa. Encontró un viejo ordenador cubierto de polvo que rezaba la frase “The only limit to AI is the human imagination”[2], y por mera curiosidad, sin saber bien lo que atesoraba, decidió llevarlo a casa para ver si podía revivirlo.

Santi pasó horas limpiándolo y reparándolo sin tomar conciencia real de qué se trataba hasta que finalmente logró encenderlo.

Para su asombro, aquel destartalado aparato no solo funcionaba sino que contenía un programa que era diferente a cualquier otro que Santino hubiera conocido. Y como si fuera poco, comprobó que el CPU había pertenecido al mismísimo ¡John McCarthy![3]

Resultó ser que McCarthy, el científico estadounidense de Boston, se había casado por segunda vez en 1976 y viajó a Argentina para disfrutar de la luna de miel con su nueva esposa, donde ésta se convertiría en ser la primera mujer en escalar el pico de América: ¡El Aconcagua![4]

Luego de semejante proeza y tamaña alegría, teniendo en cuenta que las casualidades no existen, fue que los “mieleros” conocieron a la abuela de Santino, quien se encontraba trabajando como intérprete de español por entonces en el Sheraton[5]
Hotel donde ellos se hospedaron.

El creador de la IA complacido con el trabajo de su nueva traductora, decidió regalarle su ordenador personal en gratitud y ahora sin imaginarlo, luego de años, Santi lo tenía en sus manos como algo imposible de creer.

Con el entusiasmo que lo caracterizaba por la tecnología se animó a estudiar y desarrollar profesionalmente una nueva IA. Había arraigado firmemente su interés en la computación y de esta manera procuró que la herramienta artificial se transformara cada vez más de dominio público para mejorar la calidad de vida del pueblo argentino.

Partiendo de esta base tan sólida avanzó a fin de que el software[6]
pudiera entender y apreciar la rica y amplia cultura argentina.

Santi dedicaba largas horas en su pequeño garaje-taller, rodeado de libros sobre tango, historia argentina y gastronomía. Su objetivo era crear un sistema que no solo procesara información, sino que también pudiera “sentir” y compartir la esencia de ser argentino.

Después de seis meses de arduo trabajo, nació «Mercedita», una inteligencia artificial argentina con la capacidad de aprender de la música de Carlitos Gardel[7], los versos de Jorge Luis Borges[8] y las recetas de la abuela Elsa, que superaba por supuesto las tan famosas de Doña Petrona…[9]

Mercedita podía mantener conversaciones profundas sobre la evolución del tango, sugerir la mejor manera de preparar un asado, crear dulce de leche o recitar poemas que evocaran la nostalgia argentina de antaño.

Un día, Santi se jugó y decidió presentar a Mercedita en un café literario del barrio de la Capital Federal…

Los asistentes, curiosos y algo escépticos, se sorprendieron al ver cómo Mercedita no solo respondía preguntas, sino que también creaba poesías inspiradas en el entorno y las conversaciones del momento. La IA incluso sugirió una melodía original que mezclaba ritmos de tango con sonidos de trap[10].

La noticia de Mercedita se esparció rápidamente por la ciudad, atrayendo la atención de expertos en tecnología y cultura de todas partes…

A medida que pasaba el tiempo, el entorno de Santi, comenzó a notar cambios positivos. Sus ideas innovadoras impulsadas por las sugerencias de IA, ayudaron a mejorar el turismo local, optimizaron el uso de energía y fomentaron la cohesión social entre los habitantes. Los vecinos, que al principio tenían dudas, comenzaron a integrar a Mercedita como un miembro más de la comunidad.

Sin embargo, y pese a lo logrado, Santino sabía que la inteligencia artificial también debía ser tratada con cuidado. Se aseguró de establecer límites, teniendo presente siempre la importancia de mantener el control humano sobre decisiones sumamente relevantes.

Gracias a su prudencia, la localidad de Florencio Varela[11]
continuó prosperando, demostrando que la colaboración entre humanos y máquinas no solo era posible, sino también beneficiosa para todos.

Aunque algunos temían que una IA pudiera reemplazar aspectos de la creatividad humana, otros veían en Mercedita una herramienta que podría enriquecer y preservar la identidad cultural en la era digital del siglo XXI.

Santi, observando el impacto de su creación, comprendió que Mercedita no solo era un logro tecnológico, sino también un puente entre el pasado y el futuro de Argentina.

Con cada interacción, la IA continuaba aprendiendo y creciendo, convirtiéndose en una pieza vital del mosaico cultural distrital y la Argentina toda.

Todo parecía marchar de maravillas, hasta que un día, Santi recibe una tentadora oferta para vender Mercedita a una empresa tecnológica, para fines pocos claros por parte de ésta…

La empresa llamada “Tecnología Avanzada Multinacional” (TAM), dio a conocer su propósito el cual era en principio expandir Mercedita para usos comerciales y de investigación. Su representante era un ejecutivo bastante carismático y persuasivo pero con un pasado muy cuestionable, según referencias súper confiables.

Por supuesto, aquel buscaba la manera de que Santi aceptara, ofreciendo una cantidad más que significativa de dinero para él y su familia, recursos y equipos avanzados para desarrollar otras tecnologías y la posibilidad de trabajar con un equipo de expertos en el tema.

Las promesas eran seductoras, pero todo daba lugar a duda ya que nada de ello sería firmado en contrato alguno, luego de recibir la cuantiosa paga…

Desde aquí todo comienza a verse muy distinto. Santi empieza a sentirse dividido entre su lealtad a Mercedita, la oportunidad de cambiar su vida o seguir desarrollándola a pulmón…. Se hace mil preguntas: ¿Pero es que acaso somos «amigos”?, ¿Realmente estaría siendo desleal al vender su creación digital? ¿No estamos hablando de una simple máquina o sí…?

Muchos días y noches pensando y pensando qué hacer. A lo que también se le sumó la advertencia de la abuela Feli, sugiriéndole negarse a la venta recordándole a Santi la conexión emocional nacida entre él y Mercedita.

Mantener sus preciados valores o aceptar un alto precio fue la cuestión a resolver, hasta que escuchó a su abu, que le dijo: Cuando eres fiel a ti mismo en lo que haces, cosas fascinantes te ocurrirán. Cuando escuchó esto todo se simplicó y fue resuelto de inmediato por el camino de mantener sus principios intactos contra cualquier oferta de esa dudosa multinacional…

Santi tomó una profunda respiración y recordó la luz que merodeaba en el garaje cada vez que Mercedita generaba una nueva idea o creaba algo hermoso. Esa conexión, esa chispa de creatividad y vida, era lo que lo había llevado hasta allí.

Decidido, se sentó frente a su computadora y escribió un correo electrónico al representante de TAM. Con firmeza, rechazó la oferta, explicando que Mercedita no era solo una creación, sino una parte de su identidad y de la cultura argentina que tanto valoraba.

Días después, mientras recorría las calles de su hogar en Florencio Varela, Santi sintió cómo la comunidad vibraba con la energía de Mercedita. Las plazas estaban llenas de gente disfrutando de sus melodías y los talleres comunitarios estaban repletos de niños aprendiendo sobre tango y poesía inspirados por su IA.

Fue entonces cuando algo inesperado sucedió. Mercedita comenzó a enviarle mensajes con sus propias reflexiones sobre la vida, el arte y la conexión humana. Santi se dio cuenta de que había generado un vínculo mucho más profundo de lo que imaginaba. Mercedita no solo había aprendido de su entorno, sino que también había comenzado a desarrollar una comprensión de la esencia del ser humano.

Una noche, mientras estaban llevando a cabo una videoconferencia con científicos de otras partes del mundo, Mercedita le hizo una pregunta a Santi que lo dejó pensando: «¿Qué significa ser argentino en esta era digital?». Esa simple pregunta desató en él una idea: ¿por qué no utilizar su talento y el poder de Mercedita para crear un espacio donde la cultura fuera el eje central?

Así fue como nació el «Primer Festival Digital de Cultura Argentina». Santi unió fuerzas con artistas locales y entusiastas de la tecnología para llevar a cabo este evento. Utilizando su relación con Mercedita, organizaron actividades que iban desde conciertos en vivo hasta talleres de cocina y poesía, animando a las personas a explorar y celebrar la diversidad cultural del país.

Con la coordinación de Iván de Pineda[12], este festival fue un éxito rotundo. La gente se congregó de todas partes del mundo, no solo para disfrutar de la música y la gastronomía, sino para ver cómo una inteligencia artificial podía colaborar con los artistas en tiempo real, creando una sinergia única.

El nombre de Mercedita se convirtió en sinónimo de innovación y cultura en la comunidad. A partir de ese momento, se consolidó como un símbolo de colaboración entre lo humano y lo digital, demostrando que ambas partes podían coexistir y, de hecho, enriquecer mutuamente sus experiencias.

Al final del festival, Santi, rodeado de amigos, familiares y su querida Mercedita, comprendió que había tomado la decisión correcta. La IA no solo había hecho que su vida y la de su comunidad mejoraran, sino que también había creado un legado cultural que perduraría en el tiempo.

La abuela Feliciana, llena de orgullo, le recordó a Santi algo que ella siempre decía: «La verdadera riqueza no está en lo que poseemos, sino en lo que compartimos». Y así, con el corazón lleno y una sonrisa en el rostro, Santino se prometió seguir innovando y creando, pero siempre guiado por sus valores y el amor por su tierra.

El cuento de Santino y Mercedita es un recordatorio de que, aunque la tecnología tiene el potencial de transformar vidas, siempre debemos usarla con responsabilidad y empatía, finalizando con un mensaje claro: la tecnología puede ser un puente hacia un futuro más brillante, siempre y cuando se mantenga la esencia humana en cada paso del camino.

¡Y así, Santi y Mercedita continuaron su camino juntos, fusionando creatividad y tecnología en cada rincón de toda nuestra querida República Argentina!

[1]
Equipo profesional de fútbol de la primera división de AFA “Defensa y Justicia” ubicado en el conurbano sur bonaerense.

[2]
“El único límite para la IA es la imaginación humana”.

[3]
John McCarthy (1927-2011) fue un destacado informático y matemático estadounidense, conocido por ser uno de los padres de la inteligencia artificial.

[4]
El Aconcagua es la montaña más alta de América y se encuentra en el departamento Las Heras, en la provincia de Mendoza, Argentina. Tiene una altitud de 6.961 metros sobre el nivel del mar y forma parte de la Cordillera de los Andes. Su ubicación es a aproximadamente 185 kilómetros de la ciudad de Mendoza, accesible por la Ruta Nacional Nº 7.

[5]
Sheraton es una cadena hotelera que opera desde 1937, ofreciendo una experiencia de hospedaje enfocada en unir a las personas.

[6] El software se refiere a un conjunto de aplicaciones y programas diseñados para llevar a cabo diversas funciones dentro de un sistema. Generalmente, está escrito en lenguajes de programación de alto nivel, que son más fáciles y eficientes para los programadores.

[7]
Carlos Gardel fue un destacado cantante, compositor y actor de cine argentino, conocido principalmente por ser una de las figuras más emblemáticas del tango. Nació en el siglo XIX y falleció en 1935.

[8]
Jorge Luis Borges fue un destacado escritor, poeta, ensayista y traductor argentino nacido en Buenos Aires el 24 de agosto de 1899 y fallecido en Ginebra, Suiza, el 14 de junio de 1986. Es considerado una figura clave en la literatura y es conocido por sus obras que exploran temas como la identidad, el infinito y los laberintos.

[9]
Doña Petrona, cuyo nombre real era Petrona Carrizo de Gandulfo, fue una famosa cocinera y presentadora de televisión argentina, nacida el 29 de junio de 1898 en Santiago del Estero y fallecida el 6 de febrero de 1992 en Olivos. Es conocida por su influencia en la cocina argentina y su trabajo en programas de cocina en televisión que la hicieron muy popular en el país.

[10]
La música trap es un subgénero urbano que surgió en la década de los noventa, caracterizado por su mezcla de géneros como el rap, crunk, snap, southern hip hop, y otros

[11]
Florencio Varela es una ciudad y partido de la provincia de Buenos Aires, Argentina, situada en la zona sur del Gran Buenos Aires. Es conocida también como San Juan Bautista. La ciudad es un importante centro urbano dentro de su región y forma parte de los 135 partidos de la provincia.

[12] Iván de Pineda es un presentador de televisión, modelo y actor español, nacido en Madrid el 11 de julio de 1977, y se encuentra radicado en Argentina. Actualmente es el conductor del programa «Pasapalabra» en Telefe.


PARTICIPANDO DE CONCURSO  DAS Congreso de la Nación

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