Proceso de Cambio

Proceso de Cambio

Introducción

Al reflexionar sobre mi vida, me doy cuenta de que el cambio es casi imperceptible para quien lo está experimentando. Para notarlo, es necesario que un observador externo, ajeno a nuestro día a día, lo aprecie. A veces, aquellos que están demasiado cerca de nosotros magnifican o distorsionan los cambios, viéndolos con una lupa emocional.

Con esto en mente, reconozco que mi transformación ha sido significativa. Pasé de un aislamiento casi total a una mayor socialización. Aunque he avanzado, aún me queda mucho por mejorar.

En este camino, he tomado conciencia de mi potencial y de lo que soy capaz de lograr. Sé que mencioné que los cambios solo pueden ser observados por terceros, pero cuando llegas al fondo y comienzas de nuevo, es posible percibirlo por ti mismo. Aunque a veces retrocedas, si eres lo suficientemente fuerte, seguirás adelante. El cambio es una constante que debemos tanto agradecer como temer, ya que, si no somos cuidadosos, podríamos desviarnos hacia simples concesiones sociales.

El cambio

El cambio no es un proceso lineal. Hay momentos de duda, de retroceso, pero también hay avances. A veces, nos enfrentamos a días donde la vida parece detenerse. La clave está en no dejarse consumir por los pensamientos del pasado. Mirar hacia atrás solo es útil para aprender de los errores, no para lamentarse por lo que pudo haber sido.

El proceso de cambio es diferente para cada persona. Sin embargo, solo aquellos que son capaces de soportar el dolor y el sufrimiento serán capaces de bañarse en las aguas de la victoria. Pero el triunfo trae consigo un nuevo reto: la ambición de querer más, de no conformarse. Y es en esa búsqueda donde aparece la verdadera metamorfosis del individuo.

Una noche, atravesaba un desamor. Era algo simple, o eso pensé en ese momento. Sin embargo, aquella noche me llevó a una profunda reflexión sobre quién era y quién quería ser. No se trataba de cambiar para llamar la atención de esa persona, aunque lo deseaba. Se trataba de algo mucho más profundo: una revisión de mi presente y mi futuro. Me pregunté si, al llegar a una edad avanzada, me convertiría en un anciano solitario, despreciado por quienes lo rodeaban. Ese pensamiento me llevó a recordar cómo traté a mi abuelo, quien estaba postrado en cama por una enfermedad. Sentía arrepentimiento, asco y tristeza al recordar cómo lo había despreciado. Me asqueaba pensar que yo, a quien muchos consideraban una buena persona, podía haber actuado de esa manera. Y la tristeza venía de la posibilidad de que ese fuera también mi destino.

Esa noche, creé una figura mental, una entidad que me ayudaría a salir del hoyo en el que me encontraba. No sé si fue efectivo, pero lo cierto es que a partir de entonces empecé a cambiar. Me volví consciente de mí mismo y de mi cuerpo. Decidí comenzar a hacer ejercicio, aunque cometí muchos errores en el proceso. Sin embargo, aprendí que el simple hecho de comenzar algo ya marca una diferencia enorme. Eso fortaleció mi convicción de seguir mejorando.

Durante mucho tiempo, no consideré hablar con nadie sobre lo que me ocurría. Pensé que podría afrontarlo todo solo. Quizá, si hubiera pedido ayuda, el proceso de cambio habría sido diferente. No sé cómo, pero tal vez habría sido más fácil. Ahora, soy capaz de pedir ayuda cuando lo necesito, aunque debo admitir que me gusta más estar en la posición de quien la ofrece. A veces me pregunto si esto es una especie de trastorno, pero lo disfruto. Me siento satisfecho al resolver mis propios problemas, y eso me llena de una sensación de control que me reconforta.

El proceso de cambio es distinto para cada persona. Algunos lo experimentan de manera gradual, mientras que otros atraviesan momentos decisivos que alteran su vida por completo. Lo que es común a todos es que, tras el dolor y el sufrimiento, llega la victoria. Sin embargo, esa victoria puede generar un vacío. Una vez que alcanzamos lo que creemos que deseamos, surge la necesidad de más. Y ahí es donde comienza una nueva búsqueda, una ambición más profunda que la anterior.

Tenía planeado contarles todos los detalles que me llevaron al cambio, pero pensándolo bien, creo que no es necesario. Cada uno tiene su propio proceso y sus propios motivos para cambiar. Lo importante es encontrar ese impulso interno que te permita seguir adelante. La depresión, para mí, es estar atrapado en pensamientos erróneos sobre el pasado. La única razón por la que debemos mirar atrás es para aprender de los errores, no para castigarnos por ellos.

Por ahora, dejaré de escribir. Pero cada día agregaré algo más, hasta que llegue al presente. A veces, me pregunto si realmente he mejorado o si simplemente sigo viviendo en mi mente, idealizando escenarios ficticios. Decir esto en voz alta me hace pensar que en cualquier momento alguien podría despertarme y hacerme dar cuenta de que sigo atrapado en el pasado.

Antes de que te lo preguntes, no, esto no es un libro de cambio personal, ni una autobiografía. Este libro tiene como objetivo hacerte cuestionar todo. Cada vez que lo leas, te preguntarás si realmente estás vivo, si esta es tu realidad o si solo es un sueño. ¿Qué tan seguro estás de que realmente eres tú?

La respuesta a qué eres es sencilla: eres un ser humano. Si te gusta leer o no, ya debes tener una idea de hacia dónde va esto. Y si no lo entiendes aún, sigue leyendo. Te aseguro que, en ocasiones, el rol de lector y escritor se tornará confuso. Aunque parece imposible, pronto descubrirás cómo sucede.

Gonzalo Portela. 

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS