Oyendo estas cosas,
se enfurecían en sus corazones, y
crujían los dientes contra él.
Hechos 7:54
He llegado a la conclusión de que no hay conclusión. Cada día, al despertar, la vida comienza; de nueva cuenta volvemos a ser niños o desgraciados. Nos casamos con pensamientos obsoletos que nos derrumban por el hecho de ser pensamientos llevados a la altura de creencias. No conocemos más y preferimos lo conocido y absurdo a lo nuevo y constructivo: el caos sobre el orden de la armonía. No hay conclusión; no hay destino final que no sea ser, ahora, ese destino.
El tiempo no sirve si es observado sobre un reloj. El tiempo es el engaño a vencer; la creencia de que tenemos poco tiempo para crecer, para vivir, para hacer. El tiempo nos destruye y las ideas alejan el engaño de la muerte. Somos más que unas simples horas en un engranaje de cobre oxidado. Somos la eternidad del vacío expresando lo que hemos elegido; lo que queremos sufrir como creencia.
La condena es injusta para el alma. Verdugos de la pureza; jueces del inframundo actuando como reyes sin piedad; sacerdotes para nuestra victimización. Nos perdemos en la locura de la incomprensión. La sentencia está sobre la mesa: la tomas, o tan solo, la dejas.
No hay fe en el más allá.
OPINIONES Y COMENTARIOS