Aletargada,
cansada del mundo de cemento,
de su loco estrés, de su esmog,
y de sus oídos sordos al cambio,
de sus recalcitrantes problemas,
descanso en mi dulce tálamo.
Aquí el aire de la paz me besa,
se aquietan las agujas de las ansiedades
y me acaricia en perfume del sosiego.
El fresco viento
me susurra palabras de esperanza,
mi alma goza
el merecido descanso
mi sol se ha puesto estático
pero mis pensamientos y sus hélices creativas
no descansan.
Es el zumo del día
dedicado para mí,
para amarme,
para mirarme en la realidad de mi espejo,
para encontrarme con mi yo
con mis ángeles y demonios.
Es el momento
para apaciguar mis impulsos
y ansiedades,
es la hora zen,
del beso del alma con su mundo interior,
de beber de las fuentes del silencio y la paz
para equilibrar mente cuerpo y alma.
Edith Elvira Colqui Rojas Perú Derechos reservados
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