La nueva Generación, está contaminada por redes, aislamiento, individualismo, miedo y angustia. Cada una de las generaciones pasadas tuvo una lucha distinta, una rebelión contra el poder de turno, una guerra sin sentido, una revolución para ser libres, una resistencia en el arte, una historia para contar y sembrar la memoria. Algo llamó la atención del tiempo que le toca vivir, siempre lo cuestionaba, se hacía preguntas pero no llegaba a una conclusión concreta, estaba vencido, había perdido la esperanza, no había motivos para vivir pero ese día algo dentro de él cambió para siempre. Estaba consumiendo valioso tiempo de su vida en redes sociales cuando no pudo ignorar que todos los días se avalaban mensajes y había consenso de odio, frialdad, la muerte de lo colectivo, del sentimiento, del romanticismo. Se cruzó con un mensaje de odio “Me molesta que se amen, ¿no pueden tener un poco de consideración por los que estamos solos?
Esa fue una traducción más leve pero el mensaje textual decía “detesto a la gente que muestra amor en público, no son ni las 9 de la mañana ¿te parece estar dándole besos a tu novia en el tren? Hijo de puta”.
Lo que sorprendió es la cantidad de jóvenes que coincidían con él, la viralidad producto del odio, de la propia infelicidad, de no tolerar el amor, de no comprenderlo en última instancia y morir en pena, morir en vida, sin amor. Esto fue inspirador, era lo que faltaba para cerrar un rompecabezas que lleva dando vueltas hace años en la cabeza de quien escribe e incluso se le va la vida entera en ello. El no conoce el amor, en realidad sí, aunque no encontró la persona indicada aún, se enamoró, lo vivió intensamente, sintió que era la persona más feliz del mundo, que los días le pesaban menos, que la vida que nunca tenía sentido la tenía, pero le duró poco. La poca experiencia le jugó una mala pasada, pero no es resentido como aquel que escribió en la red, al contrario le preocupa que ese pobre hombre infeliz que no conoce tenga razón y el romanticismo este muriendo.
Está muriendo, pero no lo vamos a dejar morir, está muriendo pero si es una inyección de vida puede contra el odio y la furia desatada, está muriendo por dentro pero igual escribe, lo poderoso del amor.
Frecuenta transporte público casi todos los días de la semana, a veces la ausencia de amor le pesa en el alma, se pierde en un atardecer que lo inspira a vivir, se emociona con una canción, busca a alguien entre la multitud que pueda salvarlo pero no aparece, está solo, muy solo, procede a aguantar el llanto, sería muy vergonzoso llorar en público, una vez casi lo logra pero se contuvo, el corazón se le puso un poco duro, siguió adelante.
“pobre pibe, generación perdida” “cree mucho en el amor, lo van a lastimar”. Eso opina la gente de quienes creemos en el amor, pero si bien ese mensaje lo deprimió un poco se dio cuenta de algo más grande, allí estaba la revolución.
Estos chicos prefieren otro tipo de amor, uno casual, de una noche, de unos meses, efímero, fugaz, mortal. Les aterra amar y ser amados, la idea de enamorarse los desvela, tienen miedo a entregarse y fallar, en creer en el amor para luego decir que no es para ellos. El miedo al compromiso los paraliza, amar en la derrota aún más, eso no es para cualquiera.
Pero este joven quiere buscar una luz, aunque todo sea negativo, no cree en lo que ve ni en lo que oye, sabe que amar es un riesgo, entregarse por completo, dejar parte de uno en el otro, dar el corazón en la mano confiando a ciegas de que el otro lo va recibir y lo va cuidar, de proyectarse mucho tiempo juntos, de acompañarse el uno al otro sin importar los golpes de la vida.
Este joven sensible, prefiere otra clase de amor, el que dicen que está en extinción, el que ama, el que ve al amor como una fuerza de luz capas de iluminar las almas más oscuras, el que camina bajo la lluvia sin importar que se caiga el cielo, el que no se imagina otro futuro sin esa persona, el que sueña por más tonto que parezca ante los ojos de los demás, el que espera porque sabe que llegara aunque no lo tenga en el presente, esa clase de amor, es la única que conoce y es la única que lo hace sentir vivo.
Amar sin importar lo que pase, creer aunque la realidad les devuelva golpe tras golpe, insistir, ser pacientes, porque amar en estos tiempos es una revolución, y mientras esté joven esté vivo, soñara ver a esos jóvenes del ayer, vivos en la juventud del presente.
Volver a viajar no será lo mismo, las calles tampoco, hoy cada vez que vea al amor vivo, se le esbozara una sonrisa. En cada tren, en cada subte, en cada plaza, puede ver una pareja sentirse inmortales por los segundos que dura un beso.
El mundo desaparece para ellos, son ellos solos contra el mundo, es su amor contra la mirada de los infelices de los demás, es la unión ante el individualismo, es la compañía ante la angustiosa soledad, es arriesgarse ante el miedo, es la vida real, esa que nunca podrán reemplazar las redes. Es amor, está vivo y lamentablemente para algunos, nunca, pero nunca podrán matarlo.
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