Me encantaría encontrar las palabras para expresar cómo sería mi primer cumpleaños sin ti, pero la verdad es que estoy aquí escribiéndote porque de alguna manera pienso, pero sobre todo quiero sentir que nuestras almas pueden conectar.
Los brazos vacíos de una madre es un dolor que nunca en mi vida pensé sentir. Estaba segura de que algo así no me podía pasar a mí, que esas palabras de «no hay latido» nunca me dolerían de la forma en que lo hicieron. El tiempo pasa, y aunque ya he dejado de llorar, el dolor sigue allí en cada canción, en cada recuerdo, en cada niño que veo en la calle y deseo que hubieras sido tú. He pasado por momentos tristes en mi vida, pero la pérdida de un hijo es lo más fuerte que un ser humano puede vivir.
Hijo, quiero contarte que el mundo simplemente no está preparado para entender que los bebés también mueren. Los días siguen pasando y me pregunto si estoy loca, cómo es posible que el mundo siga tan normal, pero mi mundo… mi mundo se detuvo. No soy, ni seré, la misma después de haberte perdido. Siento que el mundo se encargó de ponerme un verdadero corazón de acero. Y sí, debo admitir que ahora me siento invencible, porque tras tu partida, muchas cosas dejaron de ser importantes para mí, por no decir la mayoría. Entendí que la vida es efímera y que realmente debes hacer lo que deseas hacer, porque si no lo haces ahora, puede que no haya un «después».
No quiero desviarme, esta carta es para ti. Quiero decirte que pronto cumpliré años, y aunque no tenga una cuna vacía a mi lado, tengo tu primera mantita. Me abrazo con ella cada noche, imaginando que eres tú quien me da ese abrazo calientito. A veces, siento que quiero vivir durmiendo, solo para poder soñarte. Uno de mis mayores deseos era poder conocerte, ver tu carita y saber a quién te parecías.
Es extraño, y no sé por qué, pero simplemente no puedo ni quiero perder la esperanza de que, en algún momento, nos volveremos a encontrar, sea en esta vida o en la siguiente.
Hijo lindo, perdona a mamá por no haber hecho más, por no haberte podido salvar. Aún me pregunto el porqué de tu llegada y partida tan fugaces, como un recuerdo en un sueño. Creo que el día que te vi moverte en mi vientre conocí el verdadero amor, pero ¿qué pasa con ese amor si muere? ¿A dónde fuiste, hijo? Quiero creer que al cielo, y que junto a Dios me cuidas y me guías.
Aun en medio de mi desesperación por buscar respuestas de por qué Dios te quitaría, busqué en la Biblia tratando de encontrar alguna explicación, aunque fuera vaga. Pero Dios, mi Dios y tu Dios, ese que escribió un libro para sobrellevar todas las cosas de la vida, no dejó nada escrito acerca de la muerte de los bebés y a dónde van. Créeme, eso me desesperó aún más. Entendí menos, pero también comprendo que quizás nunca encontraré esa respuesta, y que quienes pasamos por esto debemos encontrar las nuestras.
Leí por alli que un bebé muere en el vientre cuando en una vida pasada esas dos mismas almas prometieron volverse a encontrar. Me pareció hermosa esa historia, lo que aún no entiendo es por qué esa promesa era tan corta.
Definitivamente, no viniste a enseñarme algo, viniste a enseñarme todo. Y aunque sigo llorando bajito por las noches y a solas, también sonrío al ver tus fotos y recordar cuando te cantaba cada noche y cómo bailabas en mi vientre. Quiero que sepas que no quiero a otro, yo te quería a ti. Te amo, y a pesar del dolor que sentí, es algo que volvería a vivir una y mil veces si fuera para conocer el verdadero amor de mi vida: tú. No hay un solo día que pase sin que piense en ti, y probablemente así será toda mi vida.
Sé que tu papá te extraña, aunque sea yo quien te llore más. Incluso tu hermanito perruno, aún te imagino, pensando en todo lo que hubiéramos jugado juntos. Este será mi primer cumpleaños sin ti, y tengo un poco de miedo. Quisiera no llorar pensando que para esta fecha ya tendrías tres meses de vida. Ahora, son tres meses en los que me toca entender que desde el cielo me acompañas, y que como dice «El Principito», tu cuerpo era demasiado pesado para llevártelo contigo.
Eres mi magia porque te veo saludándome en cada mariposa, en cada pajarito y en cada rayo de sol mañanero. Te amo y no pierdo la esperanza de verte algún día. Sé que la vida es bella porque me ha dado cosas hermosas, entre ellas, tú. Y quiero creer que la muerte también lo es, si eso significa que te volveré a ver.
Entiendo que Dios me dio algo que pocos tienen el privilegio de conocer: el amor verdadero, ese que trasciende y es más grande que la vida o la muerte. Porque no importa cuánto tiempo pase, yo siempre, siempre te amaré en la vida, y probablemente incluso después de ella, mi alma seguirá amándote. Gracias por hacerme una mejor mujer, gracias por mostrarme un amor tan puro, y gracias a Dios por ponerte en mi vientre, recordándome que no necesitas conocer a alguien para amarlo con todo tu ser, ni estar físicamente con esa persona para amarla cada día de tu vida.
Ese, mi bebé, es el mensaje que mamá quiere hacerte llegar. No importa cuántos años o vidas pasen, mi alma te seguirá buscando hasta encontrarte. Pero, sobre todo, te seguiré amando. Mientras yo exista, tu corazón siempre seguirá latiendo. Mientras yo exista, siempre serás mi primer y más grande amor. Mientras yo exista, siempre tendrás a alguien mirando al cielo, buscándote entre las estrellas.
Espero que algún día deje de doler, pero mientras tanto, me apoyo en los recuerdos lindos que creamos juntos.
Espero algún día dejar de llorar, pero mientras tanto, te sigo amando.
Espero algún día encontrarnos de nuevo, pero mientras tanto, busco tu sonrisa en el cielo.
Espero que no pase tanto tiempo, pero mientras tanto, te sigo soñando y escribiendo.
De: Mamá
Para: Mateo
Con todo mi amor, de quien te ama y te cuida desde la tierra.
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