Cuando el dolor invade tu cuerpo, día y noche, nunca se va, se debe cargar un peso inmenso en tu vida, que no quieres llevar, un huésped que no quieres tener, aunque ya es parte de la vida no deja de afectar todo tu entorno, cuando no hay medicina que te controle el dolor, sientes que no te hallas, el desespero te invade el cuerpo, mas de saber que no hay cura, que cada día va a ser así; no solo te duele el cuerpo, sino el alma, el espíritu. Se pierde todo, tus sueños, tus activos, tu familia, no queda nada; como no ha de ser así si no puedes tener metas claras, tu mente quiere, pero el cuerpo no responde adecuadamente, esta cansado, adolorido, tan adolorido porque duermes con el dolor a cuestas, levantándose cada rato para acomodarse tratando de mitigar el dolor, nunca descansas, cada mañana es una lucha para despertar, la duda si quieres ponerte en pie para que el dolor aumente, o quedarte en cama aunque el dolor también aumente, si te sientas te duele, si te mantienes en pie es igual.

No tienes espacio de descanso, la mente trata de recordar como era la vida sin sentir el dolor, ya no tienes recuerdos claros, aunque se ven imágenes del pasado, tu mente ya no guarda ese sentimiento de bienestar, es como si toda la vida hubieses albergado al huésped maldito dentro de ti, nadie comprenderá tu dolor, nadie se podrá imaginar el infierno que llevas a cuestas, para los demás es poco tal vez, así llevas durante doce años, luchando contra ti mismo, contra tu mente que te traiciona, como no lo haría, si no tiene momentos de tranquilidad, no descansa.

Para los demás tu cuerpo se ve aparentemente bien, visualmente no se te nota mucho las afectaciones, solo viendo mas detenidamente, se puede notar tu cara de sufrimiento, para todos es fácil, para una cuestión de mentalidad, otros con medicamentos, otros que, con esfuerzo, y en el momento que tu mente se agota, los medicamentos no funcionan, tus esfuerzos para ser útil te cuestan demasiado, no soportas mucho tiempo en ese combate, el huésped solamente con constancia gana todas las peleas.

Se te van los mejores años de tu vida, los años mas productivos, lo poco que has tenido se va perdiendo, es una lucha entre aferrarse a los seres amados, o simplemente dejarlos ser, soltarlos para que vuelen libres, donde tengan una oportunidad de soñar siquiera, no arrastrarlos a tu entorno, porque es como un agujero negro que todo lo succiona y lo destruye, y tu eres el centro de ese agujero.

Que te queda, tristeza, desolación, frustración, desesperanza, desvelo, saber que lo que pudo ser no fue y lo que puede ser no será, tu familia, a la que también afectas sin intención propia, destruyes sus emociones, sus finanzas, el dolor físico solo lo sientes tu y lo comprendes tú, pero el dolor emocional se esparce como pandemia en tu entorno, no caes solo, caen tus seres amados; si te pudieras alejar de todos, tomar distancia para no hacerles daño, pero no puedes, sabes que si trabajas un día el cuerpo té pasa la factura multiplicándola por cien, de modo que si te quedas quieto el dolor esta hay constante, si tratas de ponerte en pie y caminar, el dolor sigue presente, las tareas básicas te son dolorosas a mas no poder, no es un dolor suave, es un dolor fuerte de esos que dejarían inmóvil a algunos, un día fue así, el dolor te invadió el cuerpo y no pudiste levantarte de la cama, tuviste que gritar para pedir ayuda, ir al hospital para medicarte fuertemente, en esa época se pensaba que era algo pasajero, que no sucedería más, sin embargo, eso solo era el preludio al infierno, una muestra gratis de lo que se te venía encima; hoy día sigues con esa misma maldición solamente que paso de ser esporádica a constante.

Te acostumbras y no te acostumbras a la vez al dolor, sabes que esta y estará presente, aunque sea muy fuerte tratas de manejarlo de la mejor forma, logras vivir con esta ingratitud, pero todos los días de tu vida, deseas que esto se acabe que todo llegue a su fin, te dan antojos de ayudar con el fin, no obstante logras aferrarte a lo único que te podría restituir, la mano sanadora del cosmos, aunque por momentos las fuerzas te falten y las esperanzas se agoten, al no tener alternativa vuelves a la esperanza de que algún día todo estará mejor.

“tomado de los pensamientos del señor Alexander, que nos compartió lo básico de sus afecciones”

Diego Alfonso

Fragmento

10-09-2024

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS