No te conozco del todo, pero te siento cercana, como un aroma que regresa desde la infancia, uno que te envuelve sin saber de dónde viene o qué lo provoca, pero que trae consigo la sensación de haberlo extrañado siempre.

Has estado aquí, recorriendo calles que mis pies nunca han pisado, respirando un aire que no he sentido, y sin embargo, bajo el mismo cielo que nos cubre. Somos como dos viajeros que transitan por caminos paralelos, siempre tan cerca, pero aún sin cruzarnos.

Quizás, en algún momento, nuestros destinos se rozaron sutilmente. Tal vez, cuando me cruzabas en la distancia, sentí un déjà vu, no de lo que ya pasó, sino de lo que está por venir. Un eco del futuro, un reflejo de lo que será.

Sé de ti, de algún modo ya te conozco. Alguna vez te vi, o tal vez solo soñé con la idea de ti. Pero en aquel entonces el tiempo no era el correcto. Ahora, después de incontables horas, siento que el momento está por llegar. Y me muero por que me descubras, por ser parte de tu presente, por que estés aquí, no solo como un pensamiento, sino como una realidad.

Tengo el presentimiento de que algo hermoso está a punto de nacer. Quizás sea una amistad pura, de esas que son como el refugio en medio de una tormenta. O quizás será un amor tan profundo, que el mundo entero parecerá detenerse, un amor que no tiene precio, porque su valor es infinito.

No puedo ver el futuro, pero lo siento. Siento que tú y yo seremos algo, algo que trascienda el tiempo y los espacios vacíos. Nos pensaremos más de una vez, compartiremos silencios que lo dirán todo y momentos que se quedarán grabados, como ese primer sorbo de café que le da calor al alma. Los días tendrán más color, y juntos, inventaremos nuevos tonos. Tonos que solo existan en nuestro universo. Y esos colores, esos momentos, los guardaremos hasta el final de los tiempos, cuando ya no queden palabras, solo la certeza de lo que fuimos.

Para Karla Lizeth, de alguien que aspira a serlo todo para ti.

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