EL APRENDIZ DEL SEÑOR DE LOS VIEJOS TIEMPOS LA BATALLA DE HUMAHUACA

EL APRENDIZ DEL SEÑOR DE LOS VIEJOS TIEMPOS LA BATALLA DE HUMAHUACA


EL APRENDIZ DEL SEÑOR DE LOS VIEJOS TIEMPOS

EN

LA BATALLA DE HUMAHUACA


El 9 de julio de 1816 el Congreso Nacional en San Miguel de Tucumán proclamó la independencia de las Provincias Unidas de Sud América.

El mismo año El virrey del Perú, conde de los Andes, José de la Serna e Hinojosa, ordeno al ejército real la invasión de la Intendencia de Salta, del Tucumán, con el fin de disolver las ideas revolucionarias e Independista de los criollos y restaurar las colonias a España.

Entre tanto ante la inminente invasión realista el gobernador de Salta, coronel mayor Martín Miguel de Güemes, puso a la Intendencia de Salta en pie de guerra, organizo un ejército de milicias gauchas en partidas de hasta veinte hombres, cada una reforzada con partidas de Dragones infernales, quienes al mando del capitán Juan Antonio rojas se colocaron a lo largo de la quebrada de Humahuaca.

–– ¡Ven conmigo, te mostraré algo…!

Dijo el señor de los viejos tiempos, quién estaba esperándome en la casa.

Regrese a mi hogar luego de haber amanecido en mi trabajo de guardia. En aquel momento habría sido las ocho y treinta de la mañana.

Me convertí inmediatamente y le seguí volando, rumbo a un desconocido para mí.

Volábamos con mucha velocidad hacia el sureste. He visto que el viejo cambio de rumbo entre unas nubes planas y otro de cúmulo. Entonces sentimos ambos un sacudón similar al golpe de aire que sufren los aviones. Seguidamente, se lanzó en picada y arremetió hacia abajo sobre un torbellino de nubes, mientras yo lo seguía a toda velocidad.

Al rato atravesamos el torbellino de nubes y divisamos una llanura montañosa, que era similar en paisaje a la parte sur de mi país (Argentina) En aquel lugar se avistaba, sobre las superficies, unas áridas tierras rojas, con muchos pozos bizca cheros y algunos pedruscos. En la parte de mi derecha se observaban unas bajas montañas y algunos arbustos y espinares, entre las dunas.

Entonces el viejo tiempo descendió aún más en vuelo para observar y volamos bajo, sobre aquella zona geográfica como 10 minutos, sin divisar una sola casa. Todas aquellas superficies reflejaban arenales de dunas y montañas.

Repentinamente, sobre una loma con árboles y espinales, observamos un grupo de jinetes quienes estaban montados sobre lomo de caballos, serían como doce hombres vestidos con atuendo gauchescos llamados milicianos. En sus cabezas lucían gorro frigio de color rojo y en las diestras esgrimían lanzas hechas a mano, que se trataba de tacuaras, una especie de bambú de caña hueca y atado por la punta de la tacuara portaban unos puntiagudos facones de 80 centímetro de largo

Ellos estaban camuflados entre los montes, se trataban de los infernales de Martín Miguel de Güemes, aguerrido gauchaje de combates aplicando técnicas de guerrilla

Aquellos hombres portaban como armas boleadoras y trabucos naranjeros de la época (1810) y otros tenían solo garrotes de espinillo lampiño, similar al bate de beisbol moderno.

Frente aquel grupo, un militar observaba hacia el este quién se encontraba sentado holgadamente en descanso, con las piernas cruzadas sobre al lomo de su montura. Un caballo tobiano, es decir, blanco con mosca. Aquel hombre observaba a través de un catalejo en la distancia, hacia el este, salida del sol, era el único hombre uniformado de militar, vestía chaqueta de color azul oscuro, botones chapeado de latón y sobre sus hombros, portaba unas tirillas de color azul con franjas blancas.

Mientras tanto, sobre el hombro derecho, descansaba suavemente un sable de estribo (sable de caballería con vaina de latón)

Todos ellos estaban a la expectativa y en silencio mirando hacia el este, en donde se veía una quebrada montañosa, único lugar posible de paso.

Repentinamente, aparece por la boca de aquella quebrada, una columna de soldados, dirigida por un jinete con gorro bicornio.

Aquellos soldados estaban vestidos con chaqueta de color celeste y pantalones blancos, gorros españoles y con emblema español ( Era el regimiento Español de húsares) Toda aquella avanzada, portaban fusiles con puntiagudas bayonetas.

También detrás de aquella columna de 20 integrantes, un burro trasladaba sobre cureña o montaje de ruedas un pesado cañón, mientras era azuzado con guacha por un soldado.

Sin sospechar nada, los realistas. Un grupo de colorados, estaban esperando entre la espesura, después de aquella quebrada. A la vos de aura de aquel oficial del gauchaje criollo, sus hombres se arrojaron a todo galope hacia ellos, cargando furiosamente con sus lanzas en alto.

Cuando los oficiales realistas los vieron, ya aquellos jinetes gauchos, llegaron sobre ellos, ni tiempo les dio para posicionarse.

Entonces, para repeler aquel ataque, se adelantaron los usares de la caballería real para hacerles frente y se produjo el entrevero entre chasquido de sables y espada, junto con algunos mosquetazos y fusilazos. El accionar sorpresa produjo hombres que caían al suelo arrastrado por sus monturas, decapitado y fusilados en ambos bandos

El Capitán realista enfrentándose con espada se midió con el capitán criollo

Mientras los otros soldados se separaron en círculo sobre sus monturas respetando aquel duelo. Y se produjo el cruce de jinetes y sables sobre caballos, en el primer embate solo hubo chasquidos de sables y cruces de caballos, los jinetes dieron vuelta sus monturas y de nuevo arremetieron uno sobre otro, aquel realista hirió al capitán en el hombro izquierdo, pero fue fatal para el porqué en aquel cruce un puntazo de sable atravesó su estómago.

La carnicería duró muy poco

Ya terminado el enfrentamiento, descendieron de sus monturas los colorados infernales Y degollaron a lo que aún estaban vivos, degollandolos en los pastizales, quienes lanzaban alaridos de dolor, mientras eran ajusticiados.

Algunos gauchos lanceaban en el pecho a los caídos, que ya estaban en los pastos, mientras en los altos esperaban por el futuro festín los cuervos que revoloteaban en círculos

Una vez finalizada aquella acción, el jefe capitán de los criollos ordenó que se llevaran las armas y cañones al cuartel sobre lomo de mula y abandonaron los restos del enemigo sobre el pasto para que abonasen las tierras criollas y llevaron los restos de sus paisanos al fortín para sus cristianas sepulturas.

FIN



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