Son las 17:03, estamos en septiembre, el cielo esta oscuro y parece que va a llover, puede que la hora no sea exacta y el mes sea irrelevante, las ganas de llover no son reales pues una nube se aparta y al sol puedo ver, queda una hora de trabajo, y tengo cosas por hacer, hago un lado el deber y por la ventana me pongo a ver, veo el viento soplar y las ramas de los árboles mover, intento contar una historia que logre conmover, no me siento triste como suele suceder cuando me pongo a escribir y leer, tengo que aprender que no solo en un cielo gris puede llover, la inspiración puede aparecer sin que nadie la pueda prever.
Se puede llorar y ser feliz, se puede sonreír y sufrir, en la contrariedad se puede vivir y aunque llegue a confundir, en esa confusión la inspiración se puede surgir. 31 años voy a cumplir y no sé qué deseo pedir, tengo claro lo que quiero recibir, y creo que cualquiera lo puede predecir, aun así cuando las velas vaya a soplar no puedo en eso pensar, un nuevo deseo me tengo que inventar, un deseo que el corazón me haga acelerar, que los ojos me haga brillar, y que de mi mente no se pueda escapar, puedo el deseo este año ignorar, puede que no necesite nada más que confiar en que lo que es siempre será, y que ningún deseo de cumpleaños lo cambiara.
OPINIONES Y COMENTARIOS