memorias del olvido

Aferrada al pequeño y diminuto tacto que me diste aquella vez. 

Antes de que me marcarás el alma. 

Antes de regalarte gotas que caen de mis ojos. 

Dormís tan plácidamente que parece mentira. 

Yo, acá, dejando insignificantes sentimientos que bailan en el aire tratando de encontrar una forma de vivir sin vos. 

Intento distraerme de pensar en aquellas palabras que me dijiste, pero resuenan y resuenan. 

Lloro, por impotencia. Por no haberte dicho nada. Por no haberte gritado todo lo que sentía, sin importar que yo quedara más destrozada. Por no haberte echado todo en cara. Por bronca… por tristeza. 

Y aún así, siempre vuelvo a vos. Haces como si no pasara nada, me das un beso, un abrazo, que en el fondo de mi corazón necesito pero no lo quiero; y todo quedó solucionado para vos. 

Pero sé que no me queres, lo haces por compromiso, por ayudar un poco a tu moral. 

En realidad, seguís queriendo decirme de todo  y dejarme hecha pedazos, y en verdad, no te puedo culpar, a veces quiero hacer lo mismo. 

Correría a vos para que me vuelvas a acunar entre tu cuello, pero no me lo permite el ego.  

Que mierda más grande. 

Y yo que te amo tanto que te perdono todo una y otra vez. 

El ciclo se repetirá, estoy segura, espero que la próxima yo esté más acostumbrada a la sensación de desolación que dejas en mí.