Es raro cómo hay personas que un día pueden significar tanto; por cualquier razón, simplemente dejan de ser y de estar presentes en tu vida. Inclusive, personas que pensaste nunca ibas a perder se van, y no porque sean malas o egoístas, simplemente aquí se denota el hecho de que las personas son pasajeras. Y, si bien sabemos que nada es eterno, la sensación de la imperecedera compañía de alguien que en su momento está a tu lado es inevitable.
Las personas llegan a tu vida siempre con un propósito, con algo para enseñarte, y después se van. Pero, ¿qué hago si yo no quiero perder a esa persona? Esa es una de las preguntas que no dejan mi cabeza. ¿Será que si no aprendo las cosas que me deben o van a enseñar, no se irán?
Al final, me he dado cuenta de que no debes hacer nada más que aprender, porque si bien las personas no son eternas, su recuerdo, sus momentos, sus memorias y aprendizajes sí lo son. En el corazón y la mente, nadie muere, y es por eso que debes aprovechar cada segundo al máximo. No tenemos nada asegurado en la vida; sin embargo, esto, en lugar de ser un obstáculo a lo que podría ser, es una oportunidad a lo que es: una oportunidad increíble al presente, a aprovechar cada segundo como si fuera el último.
Sé lo difícil que es, pero debes preguntarte algo: si me dijeran que me quedan dos días de vida, ¿quisiera pasar el primer día pensando qué hacer y el segundo arrepintiéndome de lo que no hice el primer día, o usaría al máximo esos días para dejar una huella en aquellos que amo y en aquellos que, aún sin conocerme, puedo ayudar?
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