Unidad cuántica del YO Soy
En general, la convergencia de aquellas sociedades primeras, donde las mujeres eran valoradas por lo que realmente eran, y no tanto por lo que hacían, la vida humana en particular estaba marcada por la armonía, el equilibrio, el amor y la paz. El amor incondicional sigue siendo desde
entonces el rasgo definitorio de esta energía que se transforma en sagrada cuando la declaramos de manera plenamente consciente, lo que representa una llamada despierta a nuestras identidades más profundas para equilibrar su ser interno y poder entrar en la vibración de la Madre Tierra y abrirse a la unidad del Ser de amor incondicional. La dimensión femenina de la existencia radica en las emociones del amor, la compasión, la comprensión, la empatía, la bondad, la consideración hacia los otros, por el simple hecho de comprender sin juzgar y elevar la dualidad a una condición suprema de unidad. Este estado superior de conciencia no se origina en la mente sino en el espíritu, lo verdaderamente humano y consagrado bajo la Gran Madre gnóstica. Justamente nos da confianza el hecho de sinergizar alianzas en cada uno de nuestros actos como materia de vida en torno a una energía que todo lo crea, restaurando la unidad del Espíritu y la recomposición del alma .
ENFOQUE
La convergencia info-comunicacional, ante cualquier discrepancia, suele ser analizada sobre la construcción intelectual y la formulación de intereses y estrategias feministas, desvirtuando el significado natural con respecto a los discursos filosóficos, académicos, políticos o literarios. Toda vez, hayamos señalado un buen número de razones, entre las esferas de lo público y lo privado, para reivindicar una equidad corporal, la condición biológica no exime de contribuir a la formación de categorías más espirituales.
Es el caso de la realidad fundamentada en el femenino sagrado, que una vez exponemos en los procesos de subjetivación y en la conformación de la identidad, la controversia resulta fácilmente explicable y al mismo tiempo haya mostrado signos de una agonía espiritual ante el materialismo reinante. La construcción de lo sagrado pasa por dimensiones culturales y espirituales, en tanto se ha justificado una relación de poder desigual, por no permitirnos ser un cuerpo sagrado, reconociendo en cada mujer lo divino que habita en su interior, su corporeidad expresada de manera integral y libre. Al igual que ni parece contemplado ese ese espacio creador e innovador en un cuerpo masculinizado hacia un extremo o al otro.
El culto a las deidades femeninas nos sitúa ante una energía al servicio de la transformación consciente del sagrado femenino, del pensamiento simbólico ataviado con toda clase de abalorios y mensajes apocalípticos. Pero nada impresiona más que la desnudez o la improvisada indecencia efímera con la que se desvela una prenda, no su esencia. Al igual que es plausible sugerir lo
relativo a la femineidad emocionalmente, las vías de la transformación son, en todo caso, aquello que llamamos discernimiento.
En un primer momento a la materia que genera goce a los sentidos, dada por las sensaciones de placer, ni que decir tiene, también contribuyen para la felicidad humana, como un código de espiritualidad complaciente. De ahí que la perspectiva de una espiritualidad cobra sentido en la vida del indiferente a lo religioso, pues ya religa movilizaciones importantes en la forma de ser y
hacer con su vida, sin necesidad de dogmatizar la existencia ni la voluntad y no entrar en conflicto con la ley universal del libre albedrío. El ser humano viene acariciando la posibilidad de una vida con mucho sentido, llamada a ser el encuentro con la esencia que permea la existencia que anhela regresar a casa de la realidad absoluta.
LA INTELIGENCIA ESPIRITADA QUE MÁS IMPORTA
Si bien es importante mencionar que la sensibilidad humana nos impulsa a la iluminación espiritual, su capacidad de hacer las cosas cotidianas inserta experiencias más corporales en relación a las circunstancias. En su caso, la realidad condicionada permite establecer los principios filosóficos perennes sobre los que trabaja la inteligencia espiritual, pero solo en personas crédulas
y sin capacidad de discernir más allá de la simbología y la integridad del grupo, obviamente tan limitado como significante.
Gratuitamente se habla de una visión global, si ser consientes de su relación en el universo representa mirar a una pantalla plana del paradigma mecanicista. De este modo un aumento progresivo del volumen cerebral pareciera implicar que dicho incremento beneficia un desarrollo progresivo de la inteligencia, tomando cada vez más cuerpo una explicación simplista. La
intuición rompe moldes introduciendo el consumo de materia girs sin importar el equilibrio, y además requiere que lenguaje e inteligencia guarden una estrecha relación.
Todo indica que se ha ido produciendo una encefalización de lo que es una verdad científica firmemente establecida, no argumentada ni demostrada. Pero lo recomendable se lleva a cabo en el cerebro y no en la materia álmica, por lo que toda estructura peca de inexperiencia de fe, es decir, sería una forma substancial que se agotaría en comunicar el ser a la materia y no a su esencialidad. Necesitaríamos mirarnos en la apertura a la trascendencia, ya que de otro modo la mente apenas es un recodo del cuerpo, sin admitir que en el fondo las facultades intelectuales y morales estarían llevadas más que por razonamientos científicos, por hiladas de visiones filosóficas.
En otras palabras, al tiempo que vivimos en la burbuja del presente lo que aquí resulta cuestionable es si ya hemos sido invalidados por una inteligencia distópica o según se ve, nos envuelve un mar de prismas rotatorios sin dirección alguna. Es decir, en este asunto la humanidad se convierte en
cualidad al servicio de unos pocos focos y no de, una dinámica tarea que requiere memorizar grandes volúmenes de datos para acceder rápidamente y no perder el norte que es el sur, para colmo.
En un intento de aportar un buen modelo de debate, emulando a sacerdotisas sembradoras de diversidad e ingenio, el pensamiento crítico resulta ser el único aliado mejorado adaptable a un mundo cambiante, por lo menos para que no se quede en lo meramente aparente. Somos materia prescindible como a la vez transformación interior, y en ese seguir ignorando las consecuencias, la contradicción anaximeniana estaría en el origen de todas las razones y en permanente movilidad dualista.
Adicionalmente se suman como avances, toda elocuencia expuesta a las dimensiones de un conocimiento acientífico, libre de cargas y apartado del poder por sus deficiencias monetarias. A medida que la neblina irracional se acumula en las pantallas táctiles, un frente cálido asoma por la otra orilla de la cascada, donde nos encontramos en disidencia frente a los réprobos aborregados, dejando que la completa frustración y vacuidad de una vida sin luz, desaparezca como ser de hielo sobre fuego.
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