Pabro ¿Seras giripollas?

Pablo tenía al hombre frente a frente, colgaba del techo por los pies. Las perlas de sus ojos tenían matices de abandono y vacancia, su rostro conservaba las marcas de la sangre que ya había dejado de fluir.

—- ¡Pabro! —- Llamó Guillermo—- ¿Preparaste ra mesa? Erih invitado llegará en cuaquie momento.

—- ¿La mesa? ¡Ya llegó, Guille! ¡llegaste tarde! —- Gritó de vuelta

—- ¿Como que llegó? —- Replicó

Pudo escuchar al otro lado de la habitación como Guillermo se apresuraba, sonaban vasos y el tss de la Coca Cola recién comprada. Pablo se puso nervioso, consideraba que hizo su mejor esfuerzo, aunque eso a veces no fuera suficiente.

Se abrió la puerta y Guillermo entró con un vaso en cada mano.

—- ¡Perone ra demora don! Estaba… ¿¡Que mieda!?

Al don se le veía la tráquea, así como un cartílago blanco abrazado por la piel del cuello. Estaba cortado con la precisión del carnicero, con las costillas abiertas para revelar el interior vacío de entrañas. Las extremidades pendian a unos lados, no así manos y pies que habían desaparecido del cuerpo.

Guillermo, horrorizado, lanzó por accidente la gaseosa quebrando los vasos, miró el desastre que estaba hecha la habitación, los intestinos estaban desparramados en el suelo, en algunas partes los habia pisado algun idiota. Los demás órganos se encontraban dispuestos en la mesa del fondo, y detrás de esta algo se asomaba… ¡Ah! ahí estaban las manos.

—- ¿¡Pabro!? ¿Qué mieda hiciste?

Pablo miró confundido, y luego algo molesto.

—- Manchaste el suelo de coca.

—- ¡Pabro! ¡E’ don!

—- Me dijiste que iba a venir hoy y que lo ahogara.

—- Serás imbeci, hogueara, ojo, echarre un ojo

—- Ahhh me confundí, un lapsuh.

—- ¿Y entonce por qué re cortaste ra garganta?

—- Porque me dijiste que apenas llegara lo tratara degollar

—- ¡De joya Pabro! ¡Que ro tratara como de joya!

Pablo sudaba mares.

—- ¡De joya! Eso sí tenía sentido.

—- Me cago en tu puta madre, ¿Porque ro destripaste?

—- No se, me habré equivocado, perdón.

—- ¿Cómo uno se equivoca así?

Guillermo le dió vueltas, no se creía la situación en que se encontraban. Tampoco se quitaba de la cabeza como iban a limpiar la cocina.

—- Chita tu madre, no se te ocurrió preguntame si escucha’te bien, o por ro menos tener decencia, mire’o, re dije que era buen cabro, y ro tení aca colgado como —- se detuvo un momento a recordar que le dijo, se puso rojo de rabia —- como cabro ro tienes colgado pues pendejo.

Le golpeó la cabeza con la palma a Pablo. Resonó como campana, sentía él. Recobró un momento la respiración.

—- Parti’te a buscar ra escoba y a rimpiar, echa tierrita púru’timo.

—- Ya pero fue un error Guille. —- Gimoteaba Pablo

—- No te quiero escucha más —- caminaba dando pisotones hacia la salida —- ra Marta va a venir más tarde, no puede encontra ra casa as…

Tropezó, no llegó a caer al suelo, pero si a estamparse contra la pared contigua a la puerta. Por instinto miró el objeto culpable.

—- Hostia ahí está er pie.

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