Personajes:
El sujeto
Cajero
Vendedor
Laura
Escena 1
(El sol ya pintaba con su pincel anaranjado el cielo y el reflejo del mar de la ciudad portera, pero ahí en el centro, un hombre camina apresurado. Tiene el gesto fruncido y el paso firme. Saca su celular y lo coloca en su oído.)
El Sujeto. – ¿¡Hola!?… sí, soy yo. Perdón por llamarte así. Necesitaba calmarme un momento. No, no estoy en casa. Acabo de salir de ahí. Te juro que me va a volver loco. No la soporto.
(Da vueltas en el sitio, como un perro persiguiendo su cosa)
El Sujeto. – Ya, ya. Lo sé. (Pierde la mirada en las cercanas tiendas) ¿Por qué tengo yo que aguantar sus actitudes? Ella sabía a lo que se metía cuando me propuso que fuéramos novios.
(Entra en una tienda de deporte, un cajero le observa mientras este habla al celular)
El Sujeto. – (Posiciona el celular en su hombro, aplastándolo con la cabeza) ¿Sabes lo peor? Cuando llegue será su peor versión, llorará y llorará como si le hubiese matado al perro. Tal vez debería para darle un cambio a las cosas. Estoy cansado, sabes.
(Juega con los bates de baseball con sus dedos, haciendo sonar la madera contra el plástico. Se decide por uno óptimamente liviano y contundente)
El Sujeto. – (Acercándose al cajero, no le presta atención mientras le entrega el bate) ¿Qué espero de ella? ¡Que haga las cosas bien! ¡Joder! ¿Tan difícil es?
Cajero. – Son… 15.000 pesos (Confundido)
El Sujeto. – (Hace un gesto con la mano al Cajero) si si, te escucho.
(Molesto. Hace la compra del bate, mientras El Sujeto escucha atento al celular)
Cajero. – Aquí tiene. (Le entrega el bate en una bolsa)
El Sujeto. – (Lo toma con brusquedad, dejando caer la bolsa. se retira rápidamente) Si fuera tan fácil encontrar a alguien más la dejaría en un instante. Tal vez debería. Cualquiera es más hermosa que ella. No era así ¿Sabes?
Escena 2
(El Sujeto camina de vuelta por el mismo sitio del que venía con el celular en una mano y el bate en el otro. A unos metros un vendedor de fruta tiene su puesto)
El Sujeto. – Voy a hacer cambios. No merezco nada de esto. Le voy a decir todo y más cuando vuelva. Me decidí.
(Toma del puesto una sandía, el vendedor se para para detenerle)
El Sujeto. – (Entregándole un billete de 10.000 pesos) No me importa. Alguien tiene que enseñarle. ¿Quién mejor que su novio? Que llore y patalee todo lo que quiera. ¿Quién es el que le trae dinero a casa? ¡Ahí no escucho quejas! Cualquiera rogaría por todo lo que doy.
Vendedor. – (Extrañado) ¿Gracias?
El Sujeto. – (Se aleja de él, más enojado que antes se detiene contra una pared) Dame un segundo.
(Guarda el celular en el bolsillo y coloca la sandía en el suelo, justo contra la pared, y le da tres golpes con el bate, lanzando trozos para todos lados. Su jugo se derrama por todos lados. Algunos pedazos descansan en el suelo. Por lo que los aplasta con más golpes.)
El Sujeto. – (Respira levemente agotado) Vale, estoy. (Gira el bate, como buscando la manera en que más ligero se puede tomar) Si… (ríe) No, no. No será como la última vez. Relájate. No le gritaré. ¿Quieres parar?
(Se le nota energético, da saltos en el sitio para luego seguir caminando, respira profundo como quien se echara a correr en cualquier momento. Entonces se encuentra un árbol, sus preciosas hojas color verde con pecas café caen al suelo luego de un fuerte impacto a las ramas. De nuevo, arremete contra el árbol enajenado y lleno de adrenalina)
El Sujeto. – (Grita al celular) ¡Vamos vamos! ¡Qué subidón! A ver si así aprende a ser una maleducada y malagradecida.
(Entonces, el celular enciende su pantalla. Laura llama. El Sujeto contesta)
El Sujeto. – (Con una voz suave, pero aun respirando rápido) ¿Si? ¿Laura?
Laura. – Oye, lo siento. No debí hablarte como lo hice. Sé que eso te hace mal. ¿Quieres volver? ¿Por favor?
(El silencio reina unos instantes, El Sujeto balbucea discreto con la mirada arrepentida. Lanza el bate al suelo y camina de vuelta)
El Sujeto. – Sí, voy enseguida cariño.
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