Me senté a esperar; ya no podía pararme. Mis piernas no podían recomponerse y seguir avanzando. Mi corazón se afligía cada noche, y mi mente colapsaba de día. A medida que pasaban los años, me convertí en una persona observadora. Y me di cuenta de algo: justo cuando pensaba que las cosas estaban sucediendo como tú lo pensabas, las cosas cambian. Los corazones se rompen, y el amor que creías que era para siempre se muere, se desvanece, y ya no queda nada.
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