Memoria de lo indiferente

En una calle solitaria nos besamos una noche.

Era una calle de vago recuerdo:

nada la convocaba a la memoria de nadie.

Tal vez, sólo la llamada de su refugio cómplice

pugnaba por salvarla del absoluto olvido;

y, tal vez por eso, allá fueron arrastrados nuestros labios

como aledaños que presumen su indiferente existencia.

Ahora, una humedad seca en mis labios

delimita otra certeza: tu ausencia;

y en ella, se vindica otra memoria:

la del hombre indiferente en que me has convertido.

David Galán Parro

26 de agosto de 2024

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