¿Es acaso el sexo algo íntimo? Recuerdo que en mis primeros años de conciencia sexual, ese momento donde comienza a resonar la idea en la cabeza, lo pensaba como algo íntimo y único. El tiempo, la vida, las personas y la sociedad se encargaron de eliminar ese pensamiento inocente de mi mente. Retomando a la idea principal, detonada con la pregunta, el sexo es íntimo pero, ¿Hasta que punto? El hecho de acostarte con infinidad de personas y caer que no estas teniendo un momento compartido, simplemente estas saciando una necesidad. Llegar a la plena conciencia de que la persona que tenemos delante nuestro, completamente desnuda, desconocemos su pasado, presente, sus necesidades, sus gustos y hasta veces el mismísimo nombre. En frente nuestro presentamos a alguien que no conocemos, le estamos prestando nuestro cuerpo y alma a un simple desconocido, ¿En qué momento destruimos la magia del sexo? Presentando esta incógnita deseo explicar el porque convertimos al placer e intimidad en algo tan vulgar que ya no se le debe respeto, puedo sonar anticuado y seguro muchos difieren mi opinión. El momento sexual en donde nos acercamos a esa persona que tanto nos gusta, sabemos lo que nos costó estar con ella, entender por lo que ha pasado, desnudarse y sentir los nervios de un verdadero amor. Que los besos sean genuinos y no de compromiso por deber realizarlos. En donde la persona que se nos presenta en frente entiende lo que deseamos y hacía donde llevar toda la situación. Un espacio que al terminar la intimidad se transforma en algo aún mas profundo como un beso intenso que derivará a un abrazo eterno que morirá transformado en la oscuridad de los ojos.

Aquí no hay un respuesta 100% correcta cada uno disfruta su vida sexual a su mero antojo. A la vez que planteo la idea de convertir al sexo nuevamente en algo verdaderamente único que traiga con ella unión, deseo, intimidad, nervios y placer. Cuando hoy día la infinidad de parejas sexuales solo trae consigo un momento lúdicamente corto que conlleva en si un placer con sabor a nada. En donde a los pocos minutos de haber finalizado volveremos a sentir esa necesidad y desear alimentarla nuevamente pero con otra persona. Así creando un círculo sin fin que lleva consigo un nulo disfrute sexual disfrazado de placer.

Atte,
Facundo Verardo D’Agostino

 

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