Existe un estado de ilusión y esperanza que nos hace sentir
vivos. Ese rompe con la espera, con la maldad, con los millones de no con los que te chocaste, con los fracasos interminables, con los insoportablemente casi que no sirven para nada, con los apagones del alma, con el día que nunca llega, con seré pero no soy, con todo eso rompe.
Por alguna razón cuando veo con ojos luminosos la vida, todo parece tener sentido, hay señales por todas partes, el guión es perfecto y maquiavélico a la vez, los puntos confluyen y las derrotas hacen una victoria que vale una vida de resistencia, sufrimiento y decepciones.
Hay días que valen esa ilusión, ese momento, lo cotidiano parece tener piezas que encajan y arman un rompecabezas que ya lleva, casi, 23 años. Veo a los aliados llegar, la paz, el amor, todo eso que era esquivo hoy me está buscando como yo a ellos los llevo buscando una vida. Me cuentan sus vivencias, sus errores, sus aciertos, me impulsan a intentar, porque me tienen fe, creen en mí como yo en ellos.
Me desarmo, digo mi verdad y se siente bien, no con cualquiera se puede hablar de dolores del alma. Allí las armaduras no sirven, el cuerpo está libre de chalecos antibalas que no pueden frenar disparos al corazón como tampoco cubrirte de navajas en la espalda.
Dejó atrás aquel templo, los aliados, el camino pero hoy los siento conmigo, sé que serán parte de mi victoria cuando logre el objetivo, son ángeles vestidos de humanos, son dios, siempre está conmigo.
Cada vez que termina un año en mi vida siento que algo dejó atrás, que perdí cosas, almas, inocencia, deseos, lugares, risas, llantos, días de muerte, días de vida, noches felices, noches en crisis, tardes de lujo, tardes de abismo, compañías que curan, soledades que abrazan.
Hoy una escena me quedó guardada, porque a veces el cine no dista mucho de la vida real. Lo recuerdo bien, el atardecer ya estaba al caer, la calma invadía un cuerpo que padece todo el tiempo ansiedades. No importa lo que haya pasado, no importa si dudaste de tu valor, de tu amor, de tu corazón.
En la espera por los aliados, charlo de la vida con un alma que me quiere y mucho. Un auto por arrancar, una canción de sumo que me remite a otra época de mi vida, no es cualquier canción, es como una melodía que tiene una despedida y un comienzo explosivo, una combinación hermosa que me dice que disfrute el viaje.
Allí tomaré un tren y volveré a casa, pero en mi interior sabré que hoy despedí un año de mi vida incluso semanas antes de cumplir años. Quizás fue dios, quizás fueron aquellos ángeles que aparecieron sin que yo se los pida, quizás solo quizás, en este nuevo año entienda que todo pasa por algo y otras no deben pasar. A mí solo me queda confiar.
De eso se trata este nuevo fin y nuevo comienzo. Quiero que vos también confíes, porque si todos los días perdemos algo, hagamos que perder valga la pena.
Rodrigo Gómez

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