La noche del 28 de abril salía de una discoteca, vestía una falda de jean y una correa negra de hebilla plateada, unas botas blancas hasta el tobillo, una casaca de cuero y una blusa negra.
Había quedado con unos amigos, pero al ver que empezaron a hacer mesclas del alcohol y otras sustancias, opte por perderlos bailando entre la multitud, cerca de la salida empujé la puerta con fuerza y salí.
Mi cartera era de escamas negras y mi cabello era largo y lacio, yo, de ojos negros, labios finos, tes clara, y contextura delgada, a pesar de mi estatura algo bajita había logrado noquear a un estudiante de mi querido profesor Augusto (ex miembro de las fuerzas de Elite).
Al sentir la brisa de la noche decidí atarme el cabello en una cola, debía cruzar la calle y pedirme un taxi pero, un tipo me arrebato el bolso aprovechando mi descuido y hecho a correr. Pude percatarme de que estaba solo, y lo seguí. Mi plan era noquearlo, recuperar mi cartera y regresar tranquilamente a mi departamento.
El sujeto, que ni siquiera se molesto en mirar atrás, ahora caminaba tranquilo, a unas cuadras mas adelante se detuvo bajo un poste de luz para revisar el contenido de mi bolso, y yo, que lo había seguido con precaución, ahora estaba escondida detrás de un contenedor de basura pero, una pelea entre dos gatos, me hizo quedar al descubierto y el desconocido gruño -¿Quién eres? mientras se acercaba con una navaja suiza en mi dirección.
Me mantuve en silencio y pareció reconocerme a la ves que murmuraba «La chica del bolso». Contéstame inquirió ¿Por qué quieres recuperar tu bolso? No veo que tenga diamantes incrustados ¿O sí? – He venido por las llaves de mi departamento respondí (segura de que las recuperaría), entonces, me di cuenta, que él llevaba audífonos tipo diadema en el cuello y, debido a que la capucha de su chaqueta dejaba al descubierto su rostro, me pareció agradable a la vista.
El me miro con curiosidad, midiendo mis palabras y mi actitud, me miro de arriba a abajo, guardo su navaja (me había dejado de apuntar desde hacia unos segundos) y propuso: -Eres justo mi tipo, sal conmigo esta noche y entonces te devolveré tu bolso. Parecía algo desmotivado, desanimado, menos altanero, y hasta avergonzado.. procesé lo que acaba de oír y me di cuenta que era debido a que yo también le gustaba.
Me acerque a su oído (ya no me importaba el bolso, hacia rato que ya no era mi objetivo, quería estar ahí en ese momento y en ese lugar, con él) y susurre -«Acepto» a la ves que dejaba al descubierto su cara. Realmente era bello, salvo por una cicatriz que le atravesaba la parte final de su ojo izquierdo hasta casi llegar a su mentón, y al ver que él intentaba cubrir su rostro nuevamente, me deje llevar por el impulso y descubriéndolo de nuevo le dije en vos baja de modo que solo él pudiera oír (a pesar de que no había nadie mas allí) -¿Será la luna o eres el tipo mas guapo que e visto?, – No te burles de mi- respondió, mientras me apartaba con sutileza.
Yo, casi siempre, era colmada de atenciones, nunca alguien me había interesado lo suficiente para querer cambiar los papeles sin embargo, este tipo, cada uno de sus rasgos, sus maneras, y el hecho de que me apartó, solo hacia crecer en mi las ganas de besarlo, tocar sus cabellos y hacer aquello que desconocía a mis 25 años. Así que, me acerque de nuevo y mirándolo a los ojos – Yo lo decía enserio- le aclare (me di cuenta de mis palabras pero no podía frenar mis acciones) y le di un beso en los labios pequeño, fugaz… Pero, él me sujeto con fuerza, apoyándome sobre su cuerpo mientras me devolvía el beso, pero intenso (me ardían los labios). Mi cuerpo empezaba a experimentar ondas de calor, una vibración en no sé qué lugar empezaba a acrecentar.
Todo habría proseguido en ese lugar, pero un atisbo de claridad me hizo parar y alejarlo de mi empujándolo fuerte, esto hizo que se golpeara la espalda en el muro tras de él. -¿Gustas de venir a mi cuarto? pregunte, -¿Me… llevarás a tu cuarto? repitió sorprendido. – A no ser, que quieras llevarme al tuyo, conteste. El se quedo sin palabras. – Bien, el mío entonces sentencie. Recogí mi bolso y tomando su mano (sin pedir permiso) lo lleve hasta la avenida donde me había despojado de mi bolso. Tome el taxi, le hice subir primero y di al chofer un billete de 20 dólares mientras le indicaba el camino.
deduje que el color de las mejillas me iba bajando al ver mi reflejo en la luna de la puerta del carro pero, mi cabello estaba muy alborotado, unas marcas recién hechas en mi pálido cuello se veían rojas como si hubiesen estado a punto de sangrar. también, vi que él estaba sentado incomodo, como inclinado hacia delante y no dejaba de mirarme, por lo que al verme en el reflejo sonrió. «Es como un gatito» pensé.
No me atreví a mirarlo durante el trayecto, porque donde mis manos habían estado y todo lo que habían explorado me había gustado. Temía perder el control y terminar de perder lo que me quedaba de prudencia.
Al llegar, me adelante, saque la llave del bolso y ni bien cruzamos la puerta, me tomo en sus brazos y me dijo al oído -¿Donde? – Se… segundo piso a la derecha. Todo el camino mi temple se termino de evaporar, y quedaba esa tipa (que yo no sabia que tenia) que quería estar comiéndole el cuello a ese cachorro de león, mientras este a su ves, me manoseaba hasta llegar a los lados mas sensibles de mi cuerpo.
Esa vibración de nuevo, en ese lugar, no hacia mas que acrecentar hasta que dolió, ese cuerpo super duro y firme y pesado y musculoso era algo que no sabia si volvería a tocar, a besar, a lamer. Así que, lo abrace mientras me atravesaba un dolor mesclado de sabor a fierro (por la sangre) que su boca o mis labios proveían.
Esa espalda, sus curvas, sus gestos, su voz, todo me parecía irreal, pensando así, es que no me reserve de nada y me coloque sobre el, esta vez dolió igual o tal ves mas, pero no me importaba nada, solo él, ese momento y ese lugar. Alguien llamo a mi móvil, me zafé para revisar si era mi padre, pero él me agarro de espaldas, coloco una de sus manos en mi cintura y la otra envolvía mis pechos y esa posición resulto aun mas dolorosa que las anteriores, pero mas intensa, no se cuanto tiempo estuvimos así, porque colapse en algún momento y me quede dormida. Cuando desperté, él ya se había ido, me dolía todo el cuerpo y en especial ese lugar. Me quede en cama esa mañana, cerca de las dos de la tarde ya tenia mas energía, me levante como pude, apoyándome del ropero, la mesita de noche y finalmente llegue al baño y me metí a la tina de baño, me bañe y deje que la sangre y los residuos se vayan por la rejilla de desfogue. «Debo conseguir la pastilla» pensé. Recordé que había comprado una solo para emergencias, eso me tranquilizo. Después de estar envuelta en la toalla, me mire al espejo de cuerpo de completo que tenia en el baño y pude apreciar todas y cada una de mis marcas, mordidas y rasguños, en mi piel pálida lucían como rosas rosadas. Me avergonzó mi reflejo y me cambie lentamente, me puse un suéter de cuello alto color verde oscuro, un pantalón negro y zapatos estilo bailarina. Ya cambiada, ordene un pedido de comida, puse algo al azar en el estéreo y me pregunte si volvería a encontrarme con ese tipo de ojos marrón claro, cuerpo canelo, cabello castaño, cejas negras, mirada intensa, labios gruesos y delineados, «El hijo del león». Como yo lo había bautizado.
Sonó el timbre y abrí sin preguntar suponiendo que era la comida (que había ordenado) y me encontré cara a cara con el hijo del león, que traía dos táperes arreglados torpemente en una malla de mercado. Le di un beso en la mejilla y le recibí la sopa mientras me hacia a un lado para dejarlo entrar.
Nos sentamos en el sofá y me dispuse desatar la bolsa de los táperes, el se dirigió a la cocina en busca de cubiertos, los que trajo junto a un secador y servilletas, después que nos terminamos la sopa, tocaron el timbre y me pare a abrir (la sopa me reparo en gran medida el dolor que aun sentía y, el verlo de nuevo me había transmitido seguridad y calma), recibí el pedido y entre para dejarlo en la mesa, eran tallarines saltados acomodados en un bol y palillos chinos.
-¿Cómo estas? lo interrogue – Bien y tu ¿Cómo te sientes? estaba pensando que talvez fui un poco brusco o incluso rudo.. – Nada de lo que me arrepienta… y sonreí. Para que le iba anegar que me había gustado desde el primer momento, que me gustaba su fuerza, su torpeza, sus facciones, su calidez y su voz, no me importaba quien había sido, pero si, quien era ahora y lo que haría.
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