Nací un sábado en la mañana.
Nueve de diciembre, bajo el signo de fuego
que es el bestia y humano.
No recuerdo nada, sólo el primer dolor.
Y el olvido, era de mañana.
Y un sábado, ¡Dios mío!
Los ángeles y los demonios seguían
dormidos, solo asistieron a mi nacimiento
Mi madre, porque le tocaba, el médico de
turno y mi persona, que venían siendo ya un
olvidado en el mundo
Tantas cosas que se han perdido, tantos
sufrimientos y desgracias he consumido.
Mías y de los otros, porque toca
atestiguarlas y vivirlas juntos.
Olvidado, olvido es lo que no soy cuando vivo con el otro. Solo se precisa del instante para saber que valió la pena cada segundo.
La muerte y el destino procuran asediar a la presa, y fluyó indiferente ante sus castigos. Nunca les he importado, porque olvidado siempre he sido.
Dejo que las lágrimas se escapen y puedan
colorear mi rostro para superar el olvido,
Y verme más vivo.
Porqué la vida solo es un suspiro.
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