Anabella, quien apenas llegaba con su frente a la altura de la mesada de la cocina, preparó su pequeño bolso explorador. Según su nana, Aurora, si recorría el parque de la estancia “La fragua” sin salir del perímetro acordado, podría encontrar a la princesa Nemíra.

Salió por la puerta trasera con un vestido rosa y un gorro blanco que volvería negro como el carbón. Su arma era una lupa y su brújula la ilusión.

Nemíra vivía en el bosque sobre una seta en forma de flor.

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