El Sr. Andrews, famoso escritor, todavía seguía procesando la temprana pérdida de su querida esposa, la Sra. Walker, a pocos meses después de su matrimonio.
Su relación era muy cercana, era como si se hubiesen conocido desde la niñez, a pesar de que su primer contacto ocurrió hace 5 años. Era de aquellas relaciones que, a pesar del pasar del tiempo, uno no olvida fácilmente, si no que las olvida si tiene alguna enfermedad, pero este no era tal caso.
Richard Andrews comenzó a escribir un cuento de romance acerca de su relación con la Sra. Walker, al cual él llamaba Maggie. A mitad del cuento, el Sr. Andrews nota que, a medida que profundizaba en el cuento, una sensación de pérdida mental comenzaba a dominar en su mente, impidiendo que pueda seguir escribiendo aquel cuento. Tal era aquella sensación que predominaba en la mente del Sr. Andrews, que él mismo por cuenta propia abandonó el cuento a la mitad para seguir la mañana próxima. Se fue a descansar, y, siguiendo la tradición, dejó el espacio para su esposa.
En medio de la noche, cuando al Sr. Andrews lo levanta un ruido proveniente de la cocina, ve que alguien, que él no conocía, estaba en el lugar que había dejado. Pero entonces, un recuerdo le vino a la mente, y empezó a sollozar en silencio. Era la Sra. Walker, durmiendo como siempre, y la luna siendo reflejada en su pelo largo que parecía un manto, típico de ella.
Cuando el Sr. Andrews intenta acariciarla, cerró los ojos, pero, aquel lugar ahora estaba vacío. En vez de llorar, el Sr. Andrews se emocionó por volver a ver a su esposa.
La mañana siguiente, al levantarse, se dirigió a su cocina, donde preparó su desayuno, y, mientras desayunaba, decidió reanudar la escritura del cuento romántico que había dejado la noche anterior.
En uno de aquellos lloriqueos, a punto de finalizar el cuento, levanta su cabeza sin alguna razón, y, desde la ventana, ve a una figura parada, observándolo. El Sr. Andrews volvió a pensar que era la Sra. Walker, y corrió a abrazarla, pero esta figura se desvaneció sin dejar rastro cuando Richard estaba a pocos pasos de la ventana.
El Sr. Andrews pensó que se estaba volviendo loco, y era lo más probable. Decidió ignorar aquella situación, y reanudó la escritura del cuento, solamente para volver a ver una figura, esta vez en su hogar, observándolo. A este punto, el Sr. Andrews, confuso de que podía ser, decidió mantenerse sentado, y pensó que lo mejor era ignorar a aquella silueta, pero, su apariencia extravagante, que lucía prendas de la época colonial, a pesar de haber estado a fines del siglo XIX, hizo que el Sr. Andrews no resista y enfoque su vista allí, pero esta vez, se quedó sentado.
El Sr. Andrews, cansado de estas apariciones, decide ignorarlas, aunque esta no era tarea fácil ya que estas se salían de control con las maneras para manipularlo, pudo resistirse ante estas apariciones y seguir con su vida normal.
Una mañana, al levantarse, él Sr. Andrews nota que estaba enfermo, primeramente, pensó que simplemente era un resfrío o era una alergia, así que lo ignoró y siguió con su vida.
A pesar de los intentos de ignorar a estas figuras, estas aparecían en los lugares donde Richard dirigía su vista, así que, resultó imposible dejarlas a la deriva.
El resfrío continuamente hacía que el Sr. Andrews empeore, pero él, escribiendo las últimas partes de aquel cuento que ahora era novela de desahogo, ignoró los síntomas, así como hizo con las figuras. Cuando terminó de escribir el anteúltimo párrafo, se levanta y ve, ahora no una, sino tres figuras paradas observándolo. El Sr. Andrews esta vez decidió correr repentinamente ante estas para ver que eran, pero, tan veloces que eran aquellas siluetas, que se desvanecieron cuando él estaba cerca, pero no sin antes perturbar al Sr. Andrews.
Tan preocupado por su salud mental, el Sr. Andrews, ignoró por completo la enfermedad que tenía, derivada de aquel resfrío que no fue tratado, y se dejó llevar por su salud mental, que parecía estar en decadencia con la aparición de estas figuras, que, ya no parecían ser las siluetas de la Sra. Walker, si no demonios que lo torturaban sin razón alguna, se podría decir, que simplemente para divertirse.
En uno de estos intentos para dormir, ya que no podía dejar de pensar en las figuras, justamente ve a una, esta vez asomándose mucho más cerca de él, desde el armario. Esta se empezó a acercar al Sr. Andrews, y él, desesperado por escapar, no se podía mover. Finalmente, cuando aquella figura estaba tan cerca de él que se podía escuchar que susurraba algo, pudo ver las facciones faciales. Tenía un rostro totalmente negro con ojos de color rojo y cuernos grandes que aumentaban su tamaño a medida que se acercaba al Sr. Andrews. Pero él se levantó, era, al parecer, una parálisis de sueño.
El Sr. Andrews pensó que estas figuras se estaban aprovechando del debilitamiento mental y emocional de él por la pérdida de la Sra. Walker.
Al escuchar un ruido proveniente de la cocina, pensó que era un animal al que podía ahuyentar. Entonces, se dirigió con mucho cuidado a su cocina, pero, en vez de ver a un animal, vio la figura de su esposa, la Sra. Walker, estirándole la mano, esperándolo para llevárselo junto a ella al cielo.
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