Son las 2 de la mañana y un golpe en la puerta me hace despertar, sospecho que es un huésped distraído que ha olvidado su llave. Bajo las escaleras y abro la puerta principal, nadie responde, vuelvo a dormir y de nuevo golpean la puerta, me pregunto si alguien está molestando, entonces salgo a la calle para seguirle, pero no observo a nadie cerca. Al regresar a mi habitación siento un escalofrió que recorre todo mi cuerpo y escucho que llaman por mi nombre, es la voz de José el encargado del hotel que a veces se queda a cuidar, sin embargo al salir y buscarlo por todas partes no puedo encontrarlo, supongo que son los ecos y el subconsciente, ya que todos los días convivo con él. Desde el primer día que llegue como hostes, recuerdo su humor apabullante entre lo honesto y lo satírico, siempre amable y retador, un saludo y una broma que le acompañaba, un amigo leal se sentía en su presencia.
Esa noche estuve recordando esos días y sus bromas, con una sonrisa, fui a dormir. De pronto me encontraba en una sala de hospital, los doctores salían y entraban en una habitación lúgubre, y en segundos José estaba atrás de mí y me pidió sacarlo de ahí. -¡ayúdame! dicen que estoy muerto pero no es verdad están mintiendo, estoy vivo, estoy vivo decía. Como una pesadilla que te da escalofríos sin saber como reaccionar, desperté, el sol había salido.
Hace días no sabia de José y quería contarle mi sueño, al día siguiente lo vi y lo escuche en los pasillos del hotel como siempre, sin embargo cuando le hablé no respondió, no estaba ahí de nuevo. No se me hizo raro, pues sabia que eran sus últimos días en ese lugar al que dedico mucho tiempo en los últimos años y ahora me decía que quería empezar su propio proyecto. Ese mismo día en la tarde recibí un mensaje, sentí que algo helado recorría mi cara, era una noticia de las que no quieres leer o escuchar, José había muerto un día anterior. No podía creerlo, murió en un hospital a causa de una enfermedad que en instantes le arrebato la vida.
Días después, escuchaba que abrían puertas y susurraban en los pacillos, en mis sueños me hablaba como si la realidad entre la vida y la muerte, fuese solo una cortina con diferentes escenarios, como si se abriera una venta y pudiera verlo y me pudiese hablar sin recordar que su presencia física no estaba. Esa ventana cerró el día que deje de despertar en aquel cuarto, en aquel hotel.
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