Mujer del desierto

Mi cuerpo estaba por completo vendando, para mí fue un proceso lento y angustiante. 

Podía oír a lo lejos las voces de los hombres junto al sonido del viento; entonces me resigné e intenté mantener la calma. 

La vida de los nómadas era de grandes aventuras, pero también de grandes inclemencias: tener camellos sanos, utilizar y no desperdiciar nada de las palmeras, sobre todo buscar agua. 

Una lucha incesante día, tras día… 

De niño mi padre me enseñó a escribir los números y ser un buen comerciante. 

Al crecer, mis capacidades para negociar eran magnificas y conseguía buenos precios por nuestras pieles, además del trueque; por nuestros logros era alabado por nuestro clan. 

La poesía era otro gran amor. Las palabras en mi boca fluían como agua del oasis, pero era una pasión para disfrutar en mis momentos libres. Siempre he pensado que mi talento con las palabras transformaba estas en labia a la hora de vender. Mi madre siempre decía que era mejor con el cálamo que con la espada. 

Así logré ganarme el respeto y total confianza de mi tribu y fui nombrado administrador. Enaltecí el nombre de mi tribu, que es lo más importante: insultas a uno, los insultas a todos, porque los nuestros son todo lo que tenemos en este ambiente tan hostil, árido y bello. 

Pasaron los años y las arenas del desierto trajeron consigo épocas de efímera paz y prosperidad. Tuve esposas e hijos, gozaba de una buena posición y gracias a ello tenía el honor de acompañar al Shayk como representante de nuestra gente en reuniones  que realizábamos con las demás tribus para reforzar acuerdos y alianzas.  

Recuerdo aquellos días de reunión, a las hermosas bailarinas y sus hipnotizantes velos al ritmo de la música, el embriagante aroma del vino, el sabor de la comida, la amena conversación y las risas de todos. 

Y debes pensar: todo es demasiado bueno. 

– La calma antes de la tormenta- 

– ¿Qué tan lejanas son estas memorias?  

Después de ser vendando, fui llevado al lomo de un camello y emprendieron el viaje conmigo como carga, y sigo recordando. 

Los rostros de mi familia deformados por la decepción, mi hijo mayor abrazó a sus hermanos y dándome la espalda dijo: 

– ¡No lo miren! ¡Porque ha traicionado a los nuestros, ya nos es nuestra familia! ¡Es una vergüenza! ¡Un ladrón! – 

Mi corazón se partió. Mis esposas solo lloraban. Lo había perdido, todo por la avaricia que me carcomió… 

Los hombres del clan se reunieron y después de una hora de acalorada discusión, la decisión final fue determinante.    

Mis momentos finales… 

Excavaron un pozo y fui depositado lentamente hasta el fondo.

Los granos de arena caen suavemente al mi alrededor, la desesperación me quita el aliento a cada segundo, siento la arena invadiendo los vendajes, y mi ahogo se hace peor. 

¡No quiero morir! 

¡Perdónenme! Esposas, hijos 

¡Sálvenme! ¡Me estoy muriendo! ¡Siempre fui humilde, no quería ser corrupto, robarle a mi tribu! pero esas finas sedas, los camellos y esas hermosas mujeres, …

¡No pude evitar corromperme! ¡En mi vida no hubo tanto jamás en mis manos! ¡¡ME AXFIOOOOOO!! 

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¡NOOOO! Mis manos tiemblan, estoy sudando y asustada. Fue una horrible pesadilla. Mejor me vuelvo a dormir. 

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