En la penumbra de un poema sin terminar,
donde el amor no encontró ninguna forma,
se pinta la historia de una amante olvidada,
una mujer que la pasión le consumió.
Ella, musa de colores indomables,
poeta orgásmica que destruyo y revindico corazones,
una artista de vida y de los deseos más bajos
del ser humano,
con un corazón que ardía en llamas,
Su amor era un fuego indomable,
De aquellos que desafiaba la razón,
con besos que sabían a libertad,
y caricias que eyaculaban lujuria
desenfrenada.
Él, un hombre de mirada gélida,
imponentes contrastes, con esa piel maldecida
por el mismo Moctezuma Xocoyotzin,
el hijo maldito de México.
Eso era despreciativo, cruel, arrogante,
con el corazón envuelto en un ego inexistente,
indiferente a la pasión delirante de la alcoholita de Pazuzu.
En su imaginación, él era el sol,
y ella era la luna que le adoraba,
en su mente, tejió historias infinitas,
de orgasmo, desenfreno, amor y una cruel obsesión.
donde sus almas eran una sola, por siempre, se unían.
Al menos eso era, en esa historia hecha sobre
el mismo aire que ambos respiraban.
Ese amor obsesivo, fue una tormenta,
una tempestad de deseo y furia,
Cada rechazo, una puñalada,
Cada desprecio, una agonía.
Ella, libertina en cuerpos y almas,
multiorgásmica en su desdicha,
buscaba en otros brazos el olvido,
pero su corazón, por él, latía.
En cada pincelada, manuscrito, suspiro,
en cada trazo, una lágrima,
su arte, un reflejo de su dolor,
su amor, una llaga abierta.
El, indiferente a sus lágrimas, a sus pasiones,
ajeno a su dolor y a ese amor,
con una sonrisa cruel y vacía,
seguía su camino sin mirar atrás.
Ella, en su locura apasionada,
buscaba en su arte la redención,
pero en cada obra, él estaba presente,
un fantasma en su corazón.
El tiempo pasó, y su amor no menguaba,
su pasión, era una llama eterna,
pero en su corazón, la realidad,
de la historia que nunca fue.
En la soledad del alma que acompleja el ser,
rodeada de recuerdos y sueños,
ella comprendió, al fin,
que su amor era suyo, solamente suyo.
El, fue una sombra en su memoria,
una historia que nunca existió,
ella, una amante apasionada,
una mujer que en su amor vivió.
En su arte inmortal,
quedó grabada su historia,
la historia de un amor sin receptor,
la historia que no fue, pero siempre será.
B A R A K A T R U F F I L O.
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