Tal vez nunca llegue a averiguar
en que consiste el arte de la soledad,
quizás muera en el intento
o acaso, definitivamente,
el arte no sea lo suyo.
Jamás se le dio bien la pintura,
pinceladas surrealistas al azar
que una tras otra
fueron diluyéndose
en el poso de sus sueños.
Siempre bailó al son de su música,
abstraído entre bocetos de notas ascendentes
que disipaban todo camino de vuelta,
Hoy intenta adiestrarse
en algo que nunca cultivó,
no pide cátedra, ni siquiera titulación,
iletrado en logaritmos neperianos
no sabe contar más allá de su impar.
Vive en la inopia de la palabra
sentado en su taza de aguas turbias
inerte al devaneo de las sombras,
respiraciones cortas que acompasan
imágenes fugaces.
Sólo cabe practicar
oficio de dioses adulterados,
cimentar tanatorios sobre escombros,
estucar sus paredes con silencio
y enlosar el suelo con sus desechos.
Quizás ahí, resida el arte de la soledad.
OPINIONES Y COMENTARIOS