
Se siente perdida, abre los ojos y observa el mundo a su alrededor, se queda pensativa un momento, intenta buscar dentro de su mente quien es esa mujer que la esta mirando, esa mujer que le ofrece una sonrisa amigable; y yo, mientras, trago saliva y rezo para que me devuelva la sonrisa, aunque no me recuerde, aunque no sepa que soy su hija y que me llevó nueve meses dentro de su vientre; porque en ese momento, verla sonreír es lo único que me importa, lo que me anima y me da fuerzas para seguir a su lado.
Porque llegó un día, en el que todo cambió para ella y decidió dejar a un lado el vivir deprisa y estresada, por el que la amen despacio y con tranquilidad; y decidió que estaba ya cansada de tanto trabajar, de tanto atender a los demás y que ya era hora, que otros le prestaran la atención que ella merece; y llegó el día, en el que decidió estar con su cómodo pijama y despeinada, sin coloretes, sin colorantes ni conservantes, pura y natural.
Porque ella sola con su sonrisa, destroza todos mis temores; porque sólo con una mirada feliz de sus ojos, alumbra mi día entero; porque mientras que estés aquí, yo no pararé de nadar; nadare contra la corriente de la vida, bajo lluvias torrenciales y tempestades; porque mientras que sigas aquí, yo seguiré nadando…
… hacia ti.
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