Capitulo 2 El Último Susurro del Crepúsculo

Capitulo 2 El Último Susurro del Crepúsculo

Stiven R Gyz

24/07/2024

La ciudad había cambiado a su alrededor, pero el parque seguía siendo el mismo. Las hojas doradas crujían bajo mis pies mientras me adentraba en ese rincón de mi pasado. Cada rincón, cada banco, cada sendero parecía susurrar historias de lo que había sido. Valeria había sido un capítulo crucial en mi vida, y ahora, mientras la luz del atardecer pintaba el cielo con tonos cálidos, me encontraba en el umbral de un nuevo entendimiento.

La noticia de que Valeria había tenido un hijo me había dejado en un estado de introspección. Era un recordatorio tangible de que el tiempo no se detiene, que la vida sigue su curso sin importarle las heridas que dejamos atrás. Aquel crepúsculo me encontraba sumido en una especie de ritual de despedida. La vida que había imaginado con Valeria se había disuelto como la neblina en el amanecer.

A medida que caminaba, mis pensamientos se desviaron hacia el último encuentro con ella, en la fiesta donde la vi con su nuevo novio. Su belleza seguía siendo deslumbrante, pero había algo en su actitud que reflejaba una tristeza latente. Era como si las sombras del pasado aún la acompañaran, un eco de la ilusión que una vez compartimos.

Decidí regresar a la casa de la abuela de Valeria, el lugar donde todo comenzó. La noche era clara y el aire fresco, y me sorprendió ver que la casa seguía en pie, como un monumento a la nostalgia. Entré en el jardín y me senté en el mismo banco donde una vez compartimos una conversación silenciosa. Cada rincón de aquel lugar me hablaba de los sentimientos que alguna vez había tenido, ahora casi como una memoria ajena.

La tarde estaba a punto de convertirse en noche, y la calma era casi palpable. De repente, escuché pasos detrás de mí. Giré la cabeza y allí estaba Valeria, tan inesperada como una lluvia de estrellas. Ella llevaba una chaqueta ligera y una expresión que oscilaba entre la incertidumbre y la esperanza.

Nos miramos en silencio durante un momento que parecía durar una eternidad. Ella se sentó a mi lado sin decir palabra, y el silencio entre nosotros no era incómodo, sino cargado de una melancólica resonancia. Finalmente, Valeria rompió el silencio.

“¿Recuerdas esta noche?” preguntó, su voz suave como una brisa de verano.

“No solo la recuerdo,” respondí, “sino que la llevo conmigo en cada paso que doy.”

Ella asintió lentamente, como si comprendiera la profundidad de mis palabras. “He pensado mucho en nosotros, en lo que pudo haber sido,” dijo, mirando las hojas caídas a nuestros pies. “La vida nos llevó por caminos diferentes, pero siempre he sentido que había algo sin cerrar entre nosotros.”

“Sí,” respondí, “esa chispa que nos unió nunca se extinguió completamente. Aunque, a decir verdad, creo que fue el viento quien se llevó nuestras posibilidades.”

Valeria sonrió tristemente. “A veces, el viento solo nos muestra el camino que debemos seguir, aunque no sea el que habíamos imaginado.”

El sol comenzó a ocultarse, sumiendo el jardín en una suave penumbra. Había una paz en el aire, como si el crepúsculo estuviera ofreciendo un último susurro de reconciliación. Nos levantamos, y con un gesto simbólico, dejamos caer unas hojas sobre el banco donde habíamos compartido tantos momentos.

Nos despedimos con un abrazo que parecía ser el cierre de un capítulo que había estado esperando ser completado. Mientras Valeria se alejaba, su figura se desvanecía en la distancia, y yo me quedé allí, solo con mis pensamientos y el crepúsculo en el horizonte. Era el final de una era, y mientras la noche caía, me di cuenta de que lo que había sido una chispa en el viento se había convertido en un hermoso recuerdo, un testimonio de lo que una vez fue y de lo que siempre sería.

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