Punto de no retorno

¿Dónde están todos esos poemas que no escribí en veinte años, mientras buscaba lunas en Marte y brotes de bambú entre los campos de girasoles?

Al desviar la mirada del punto de fuga, avanzaba por caminos de proporciones áureas

Error planetario que me devuelve al mismo lugar de partida con años luz de retraso

Ya da igual si es junio o septiembre, verano o invierno, 2004 o 2026

Remolino insistente me lanza una y otra vez al último día, al penúltimo latido, a la orilla de ese momento crucial. No sé si traspasé ya el punto de no retorno o si aún quedan varios desiertos que atravesar con los ojos llenos de arena abrasadora

La eternidad nos sorprendió sin paracaídas

Escucho los grillos y su arrullo nocturno. Son los mismos grillos de aquellas noches. ¿Pero de mi infancia o de la tuya?

Me aturde el aroma de las flores  de aquellas plantas que dejé de regar cuando tuve que ausentarme

Jamás conté las copas de vino pero hay un número exacto y finito y, sin embargo, ya nunca sabremos la suma total

Me inquieta esa risa a plazos que cae de la ventana y que parece un motor gripado. Es la risa de la locura, de la soledad (lo mismo son)

Es como una puntada que va atravesando la tela de abajo a arriba, de arriba a abajo como un hombre que se asoma y se hunde, se hunde y se asoma por encima de la línea del horizonte

Como una ola que avanza y retrocede, avanza y retrocede, ganando o perdiendo centímetros en ese combate con la tierra mientras uno no sabe si sube o baja la marea

Me ciega el recuerdo de las hojas del ginkgo como mariposas doradas, extendidas en una alfombra de belleza efímera

Y allá vuelven la risa a plazos, los desiertos de arena abrasadora, el rumor de los grillos y las proporciones áureas. Vuelven las olas y las mareas, las estaciones y las copas de vino, el horizonte, el mar… Y el punto de no retorno

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