El Túnel: un viaje existencial entre narcisismo y machismo
Destacado autor argentino y figura influyente del boom literario latinoamericano de los años 60, Ernesto Sabato se destacó como físico, pintor y escritor de novelas y ensayos. Nacido en una familia numerosa, siendo el noveno de diez hermanos, su carácter fue profundamente moldeado por la figura autoritaria de su padre, dejando una huella perdurable en su obra. La longeva vida de Sábato lo convirtió en una presencia constante en la literatura del siglo pasado y en la primera década del presente. Su encuentro con el movimiento surrealista y su relación con escritores y artistas de esta corriente desviaron su trayectoria hacia la literatura.
En 1948, publicó su primera novela, El túnel, donde a través de personajes como Juan Pablo Castel y María Iribarne, exploró temas profundos como la soledad, la alienación, la obsesión y la percepción de la realidad. Esta obra conllevó al gran éxito comercial y crítico, consolidándose como una novela influyente en la literatura latinoamericana del siglo XX. El impacto de El túnel marcó el inicio de una prolífica carrera literaria, destacando posteriormente con obras como Sobre héroes y tumbas, publicada en 1961. La visión existencialista de Sábato, reflejada en las tramas oscuras de sus novelas y en sus personajes moralmente extraviados, junto con su habilidad retórica y su profundo conocimiento de la psicología humana, lo establecieron como una de las grandes plumas de su tiempo y de su país. Asimismo, su legado literario continúa siendo un referente esencial en la literatura contemporánea, consolidando su posición como escritor fundamental del siglo XX.
El túnel es una novela existencialista y psicológica. La obra se desarrolla en Buenos Aires y está narrada en primera persona por el protagonista, Juan Pablo Castel, un pintor que confiesa haber asesinado a María Iribarne. La novela explora los pensamientos y emociones de Castel, revelando su aislamiento y obsesión, y ofreciendo una visión sombría de la condición humana.
“Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona”. Este inicio directo y confesional establece el tono de la novela, centrado en la introspección y el análisis psicológico. Castel describe cómo conoció a María en una exposición de sus pinturas, donde ella mostró un interés especial por un pequeño detalle en uno de sus cuadros, «Maternidad». Este detalle, una ventanita en el fondo del cuadro, es algo que Castel considera crucial y que nadie más había notado, lo que lo lleva a creer que María es la única persona que realmente puede comprenderlo.
Castel se obsesiona con María y comienza a buscarla, convencido de que ella es su única conexión significativa con el mundo. “Durante los meses que siguieron, sólo pensé en ella, en la posibilidad de volver a verla”. Cuando finalmente llega ese momento, inician una relación intensa y complicada. María, sin embargo, está casada con Allende, un hombre ciego, y mantiene una relación ambigua con su primo Hunter. Estos vínculos complican la situación y aumentan la paranoia de Castel, quien se siente constantemente celoso, desconfiado, con el derecho de exigirle fidelidad y haciendo preguntas de todo.
A lo largo de la novela, la obsesión de Castel con María se intensifica. Su relación con ella es inestable, variando entre momentos de intensa conexión y episodios de desconfianza y conflicto. Castel se vuelve cada vez más posesivo y controlador, convencido de que María lo está engañando.
Una noche Castel sueña que es un pájaro, despierta asustado, busca a María para pedirle perdón, pero ella se encuentra en la estancia y decide ir hacia allá. Conversan frente al mar y al regresar María discute con Hunter, ante esto Castel decide marcharse y empieza a beber. Molesto por la situación le exige que regrese a Buenos Aires y la amenaza con suicidarse si no viene. Maria hace caso omiso a ese mensaje y Castel nuevamente va en busca de ella hacia la estancia.
Finalmente, una vez ahí trepa hasta la parte alta buscando la alcoba de María, en un acto de desesperación y furia, Castel la asesina clavándole el cuchillo varias veces en el pecho y en su vientre, sintiendo una mezcla de alivio y vacío. Después de eso Castel se queda en la cárcel pensando en su crimen “Sólo existió un ser que entendía mi pintura. Mientras tanto, estos cuadros deben de confirmarlos cada vez más en su estúpido punto de vista. Y los muros de este infierno serán, así, cada día más herméticos”. Castel reflexiona sobre sus acciones y su vida, reafirmando su percepción de que ha estado viviendo en un túnel oscuro y solitario desde su infancia.
La narrativa de Castel está marcada por sus reflexiones sobre la soledad y la incomunicación. Él siente que vive en un «túnel» de aislamiento, separado del resto del mundo por su incapacidad para comunicarse plenamente con los demás. Esta metáfora del túnel es central a la novela, simbolizando el aislamiento existencial de Castel y su percepción de la vida como un pasaje oscuro y solitario. Según Mejía (2014):
El hombre desea encontrar la verdad, desea también darle sentido a su vida, tener una visión diferente a lo que la sociedad, la moral, la educación, la política y religión establecen; desea buscar inagotablemente respuestas, y ante estas preguntas, se manifiestan los problemas existencialistas. (p.6)
En el deseo insaciable de respuestas y de sentido es lo que impulsa a Castel, pero también lo condena a una vida de desesperación y violencia. Su búsqueda de la verdad lo lleva a cuestionar todo lo que le rodea, y al no encontrar respuestas satisfactorias, se sumerge aún más en su propio túnel de desesperación. También se refleja en la angustia y la alienación de Castel. Se siente atrapado en un mundo absurdo y hostil, donde sus esfuerzos por comunicarse y conectarse con otros son continuamente frustrados. Esta alienación es exacerbada por su propio carácter introspectivo y obsesivo, que lo aleja de cualquier posibilidad de redención o de conexión genuina. La paranoia y la desconfianza que desarrolla hacia María son extensiones de su propia inseguridad y miedo existencial.
«En el Salón de Primavera de 1946 presenté un cuadro llamado Maternidad. Era por el estilo de muchos otros anteriores: como dicen los críticos en su insoportable dialecto, era sólido, estaba bien arquitecturado. Tenía, en fin, los atributos que esos charlatanes encontraban siempre en mis telas, incluyendo «cierta cosa profundamente intelectual». Pero arriba, a la izquierda, a través de una ventanita, se veía una escena pequeña y remota: una playa solitaria y una mujer que miraba el mar. Era una mujer que miraba como esperando algo, quizá algún llamado apagado y distante. La escena sugería, en mi opinión, una soledad ansiosa y absoluta. (Sábato, 1948, p.8)
Por otro lado, en numerosos momentos es posible observar la actitud de superioridad y prepotencia del protagonista. Castel siempre se encontraba en contra de la sociedad, de su influencia aplastante y deshumanizante que ejercía sobre el individuo. Siempre sintiéndose inconforme y creando un gran desprecio por la humanidad.
Siempre he mirado con antipatía y hasta con asco a la gente, sobre todo a la gente amontonada; nunca he soportado las playas en verano. Algunos hombres, algunas mujeres aisladas me fueron muy queridos, por otros sentí admiración (no soy envidioso), por otros tuve verdadera simpatía; por los chicos siempre tuve ternura y compasión (sobre todo cuando, mediante un esfuerzo mental, trataba de olvidar que al fin serían hombres como los demás); pero, en general, la humanidad me pareció siempre detestable. (Sábato, 1948, p.30)
Castel se distancia de la mayoría de las personas, exceptuando a unas pocas a quienes admira o siente simpatía, lo que resalta su percepción de sí mismo como un individuo singular y excepcional. El desarrollo del personaje principal en la obra es notable. Al principio, Castel se presenta como un individuo introvertido y solitario. Sin embargo, a medida que la historia avanza, su personalidad se revela más compleja y oscura, mostrando celos, obsesión y paranoia. Esta evolución refleja su narcisismo creciente, donde su necesidad de estar en lo correcto y de justificar sus acciones ante sí mismo y ante los demás se vuelve primordial. Castel no solo muestra lo que hizo, sino también sus razones, convencido de que sus acciones estaban justificadas y eran comprensibles desde su perspectiva única y aislada “El narrador y protagonista nos cuenta su particular versión de los hechos de una forma calmada, explayándose en sus pensamientos y esperando que alguien logre comprenderlo. Me parece que el desarrollo del personaje principal es muy bueno, al inicio un poco introvertido, solitario, temeros, sin embargo, conforme va avanzando la historia muestra sus celos, su obsesión, la paranoia, todo esto hace que la mente del personaje cambie con tal de estar en lo correcto.” (p. 1)
Por último, se ejerce la presión emocional, a través de una relación en la que se manifiesta el control y poder sobre la otra mediante abusos verbales, como se observa a María Iribarne, sometida a la sumisión y dependencia. “No contestó a ninguna de mis preguntas precisas, pero finalmente, ante mi insistencia y mis amenazas de matarme, me prometió venir a Buenos Aires, al día siguiente, aunque no sabía para qué” (Sábato, 1948, p. 82)
Se podría decir que en esta historia se escenifica el machismo a través de un conjunto de actitudes. Según Marroquín (2008) señala las creencias que promueven la superioridad de Juan Pablo Castel “Precisamente de mis cualidades especiales; uno se cree a veces un superhombre, hasta que advierte que también es mezquino, sucio y pérfido”. (p.4)
La narrativa de Juan Pablo Castel, protagonista de «El túnel» de Ernesto Sábato, se centra en su lucha con la soledad y la incomunicación. Castel ve su vida como un túnel oscuro y solitario, una metáfora de su aislamiento existencial. Su búsqueda incesante de la verdad y del sentido de la vida, según Mejía (2014), lo enfrenta a problemas existencialistas, sumergiéndose más en la desesperación al no encontrar respuestas satisfactorias. El carácter de Castel es complejo y oscuro, mostrando celos, obsesión y paranoia. Su actitud de superioridad y desprecio hacia la humanidad refleja su percepción de sí mismo como un individuo singular y excepcional. Aunque desprecia a las masas, siente simpatía y admiración por algunas personas aisladas, subrayando su carácter introspectivo y narcisista. La relación con María Iribarne ilustra su control y poder sobre ella, evidenciando actitudes machistas y abusivas, con María sometida a su dependencia emocional. En conclusión, «El túnel» explora profundamente el aislamiento existencial y la complejidad psicológica de Castel. Es un personaje atrapado en su propio mundo oscuro, marcado por la desesperación y la incomunicación. Su evolución refleja un aumento de su narcisismo y paranoia, destacando la lucha entre su búsqueda de sentido y su incapacidad para conectarse genuinamente con otros.
REFERENCIAS:
Marroquín, F. (2008). El túnel. Departamento de Educación https://educacion.ufm.edu/el-tunel-ernesto-sabato
Kaźmierczak, M. (2010). El NARCISISMO Y LA RESILIENCIA EN “EL TÚNEL” DE ERNESTO SÁBATO. INTI, 71/72, 71–85. http://www.jstor.org/stable/23289033
Mejia, W. G. (2014) Elementos existencialistas presentes en el túnel de Ernesto Sábato. Repositorio Institucional de la Universidad Autónoma del Estado de México. http://hdl.handle.net/20.500.11799/33286
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