El Quijote, un análisis sobre la distorsión de la realidad

El Quijote, un análisis sobre la distorsión de la realidad

El Quijote, un análisis sobre la distorsión de la realidad

Mario Alfredo Azañero Gallupe

Miller Nicolas Casiano Rueda

Forsey Eduardo Rodriguez Terrones

Cervantes Saavedra fue poeta y novelista español, autor de la novela “El Quijote”, considerada como la primera novela moderna de la literatura universal. Cervantes se inspiró en los libros de caballería que eran populares en su época y los utilizo en forma de sátira para exponer una dicotomía entre la realidad y la ficción, presentando una visión más realista humana en sus personajes, de los cuales podemos extraer muchas enseñanzas, en especial el fuerte contraste sobre la percepción de las realidades. Nos invita a los lectores en general a cuestionar nuestras propias ideas y a reconocer la complejidad y ambigüedad de la realidad desde la óptica de esta obra universal.

Uno de los pasajes más emblemáticos del Quijote, donde se represente con gran notoriedad el tema de la distorsión de la realidad es el siguiente:

En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero: —La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o poco más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, que esta es buena guerra y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la Tierra (De Cervantes, 1615, p.44).

Muchas veces nosotros distorsionamos la realidad a través de obsesiones que solo nosotros podemos comprender. En ocasiones nos vemos sin la capacidad para diferenciar entre lo real y lo imaginario, lo que nos lleva a realizar acciones impulsivas basadas en percepciones generalmente alteradas. Nuestros seres queridos pueden ser personajes importantes en nuestra vida si éstos nos ayudan a dilucidar con su incredulidad la medida equivocada de nuestros actos. Todo eso nos lleva a cuestionar nuestras propias percepciones y reflexionar sobre como las obsesiones pueden distorsionar nuestra visión del mundo, llevándonos a luchar contra enemigos inexistentes y desperdiciar energías en causas imaginarias. Asegurémonos de siempre contar con personas que puedan proporcionarnos otra perspectiva de una misma situación en nuestra vida, y porque no, hagamos lo mismo por los demás. Podemos ser el Sancho Panza que un Quijote necesita.

La percepción alterada de la realidad puede conllevar a graves consecuencias, tal como se observa en la siguiente escena donde nuestro triste guerrero se involucra en situaciones que no calcula pero que somos capaces de vislumbrar gracias a los comentarios desesperados de su compañero Sancho:

Y, diciendo esto, puso las espuelas a Rocinante y, puesta la lanza en el ristre, bajó de la costezuela como un rayo. Diole voces Sancho, diciéndole: —¡Vuélvase vuestra merced, señor don Quijote, que voto a Dios que son carneros y ovejas las que va a embestir! ¡Vuélvase! ¡Desdichado del padre que me engendró! ¿Qué locura es ésta? ¡Mire que no hay gigante ni caballero alguno, ni gatos ni armas, ni escudos partidos ni enteros, ni veros azules ni endiablados! ¿Qué es lo que hace? ¡Pecador soy yo a Dios! (…) Tal fue el golpe primero, y tal el segundo, que le fue forzoso al pobre caballero dar consigo del caballo abajo. Llegáronse a él los pastores y creyeron que le habían muerto… (De Cervantes, 1615, p. 96).

Nuestra percepción en situaciones alteradas puede provocar en nosotros acciones impulsivas de las que no medimos de forma correcta el alcance que estas puedan tener. Consecuencias funestas o de destrucción en escenarios más exagerados, pueden ser posibles si nos dejamos llevar en medio de nuestra soledad y obsesión hacia nuestros deseos más básicos. Es importante entonces contar con anclas a la realidad, ya sea por medio de amistades o de ayuda profesional que nos vislumbre un nuevo punto de vista sobre las cosas. Caemos entonces a cuenta sobre la cruda realidad de las consecuencias que pueden surgir de la distorsión de la percepción. La desesperada advertencia de Sancho, imbuida de un realismo que choca con la fantasía de su amo, no logra detener la arremetida del caballero andante. El resultado es un choque brutal con la realidad: Don Quijote termina derribado de su caballo, herido y confundido. Este episodio nos insta a reflexionar sobre cómo nuestras propias ilusiones y obsesiones pueden distorsionar nuestra percepción de la realidad, llevándonos a tomar decisiones irracionales con consecuencias dolorosas. Nos recuerda la importancia de mantener un equilibrio entre nuestros sueños y la realidad, para evitar caer en el abismo de nuestras propias fantasías y enfrentar las duras consecuencias que pueden surgir de ello.

Otra de las situaciones de delirio que sufre nuestro personaje puede verse a continuación cuando Quijote esta tan inmerso en las escenas épicas de la literatura que distorsiona incluso objetos haciéndolos parte de su narrativa caballeresca:

Dime,¿no ves aquel caballero que hacia nosotros viene sobre un caballo rucio rosando, que trae puesto en la cabeza un yelmo de oro? -Lo que yo y columbro – respondió Sancho – no es sino un hombre sobre un asno pardo, como el mío, que trae sobre la cabeza una cosa que relumbra. -Pues ese es el yelmo de Mambrino – dijo don Quijote (De Cervantes, 1615, p.112).

En nuestras vidas la confusión de objetos se nos hace tan común para uno y tan raro para otros, a veces podemos afirmar con mucha certeza nuestras fantasías propias nuestros sueños que anhelamos , sin embargo al parecer tenemos quien siempre están en total desacuerdo de nuestras fantasías, confusiones , sobre la idealización de las aventuras que uno tiene es muy fantasioso y mal visto, referente con la idealización de las aventuras , a veces onde la gente se siente rechazada por sus pensamientos o su imaginación dentro de la sociedad. En este sentido, esta escena nos invita a reflexionar sobre la poderosa influencia que las narrativas y las obsesiones personales pueden ejercer sobre nuestra percepción de la realidad. ¿Cuántas veces hemos interpretado erróneamente situaciones cotidianas debido a nuestras propias ilusiones o deseos? El caso de Don Quijote nos recuerda la importancia de mantener un equilibrio entre la imaginación y la objetividad, entre nuestros sueños más fervientes y la realidad tangible que nos rodea. Al hacerlo, podemos aprender a apreciar la belleza tanto en la fantasía como en la verdad, encontrando así un equilibrio más saludable entre nuestros mundos internos y externo.

Podemos evidenciar una vez más la confusión entre realidad y ficción cuando Quijote se encuentra con un grupo religioso:

—¿Adónde va, señor don Quijote? ¿Qué demonios lleva en el pecho que le incitan a ir contra nuestra fe católica? Advierta, mal haya yo, que aquélla es procesión de diciplinantes, y que aquella señora que llevan sobre la peana es la imagen benditísima de la Virgen sin mancilla. Mire, señor, lo que hace, que por esta vez se puede decir que no es lo que sabe (De Cervantes, 1615, p.308).

La confusión entre la realidad y la fantasía pueden ser, en una mayor medida a lo esperado, parte de nuestras vidas. Todos tenemos fervor por algún u otro tema, que ciertamente hace que distorsionemos nuestras valoraciones sobre la realidad. De ahí que sea importante la compañía de personas, que, con sensatez y racionalidad, nos ayuden a tener una visión objetiva de las cosas, aunque persistamos en la distorsión. Estas personas nos dan la posibilidad a librar un conflicto entre el idealismo y la realidad práctica, permitiéndonos, tarde o temprano, conseguir una mejor perspectiva a nuestros problemas u obsesiones. Tomemos en cuenta que, en la mente del caballero, el mundo real se transforma en un vasto escenario donde los elementos más básicos se vuelven épicos y las simples procesiones adquieren el brillo de gestas heroicas. Sin embargo, esta distorsión de la realidad, aunque puede tener un encanto romántico, también nos advierte sobre los riesgos de perder el contacto con la verdad objetiva. Como lectores, podemos intentar tener una vida emocionante, pero siempre será fundamental permanecer arraigados en la verdad para no caer presos en ilusiones peligrosas.

Sobre ello, Merino, 2016 nos dice

Una aportación crucial del Quijote a la literatura es reflejar un mundo de realidad que se corresponde con la verdad histórica, con caminos que recorren las gentes corrientes, ventas y mesones en los que se guarecen personas de carne y hueso, lugares muy alejados de esas quimeras que, hijas de la ficción, han llevado al delirio al ingenioso hidalgo y caballero (p. 55).

En base a esto, si bien es cierto que la obra refleja vívidamente la vida común del siglo XVII, también sugiere que la distinción entre realidad e imaginación es más sutil de lo que parece. Don Quijote encarna la lucha humana entre estos extremos tan sutiles. Por lo tanto, la obra no solo presenta una visión realista de la época, sino que también nos invita a cuestionar la naturaleza misma de la realidad y la fantasía.

Arenas (2012), en un análisis muy completo e interesante el autor menciona:

La lectura del Quijote, como cualquier obra significativa, nos puede servir para evadirnos de la realidad agobiante. Sin embargo, nuestros ojos insisten en leer la pretendida sinrazón del personaje central; no pueden sino anclarla a la realidad de nuestra vida cotidiana. De esta manera puedo afirmar que el Quijote ha perdido todo, menos su razón. Y me refiero tanto al personaje como a la novela de Cervantes (p. 26)

Esto es cierto, ya que muchas veces buscamos la literatura como un medio de evasión, una forma de escapar de las presiones y preocupaciones de la vida cotidiana. Sin embargo, el Quijote nos desafía a confrontar la pretendida sinrazón del protagonista, confrontándonos con aspectos de la realidad que podríamos preferir evitar. En este sentido, el Quijote puede actuar como un espejo que refleja aspectos de nuestra propia vida y sociedad, obligándonos a enfrentarlos de manera directa.

Otra proposición interesante y digna de reflexión se expone en Rodríguez (2005):

Al aceptar como ficción los disparatados libros de caballería y sus descabelladas aventuras, pareciera que, tácita e inconscientemente, estamos aceptando como realidad el nivel de la locura originada por una ficción y el entorno histórico-social-geográfico en el que se desarrolla dicha ficción (p. 161).

Como lectores, al sumergirnos en los disparatados libros de caballería junto con Don Quijote, podríamos estar, de alguna manera, aceptando la locura generada por esa misma ficción, así como el contexto histórico, social y geográfico en el que se desarrolla.

La obra de quijote alberga más de una postura inquietante para ser analizada, en Juliá (1993) menciona:

El sueño es tan realidad para Don Quijote como el contarlo. La sensación de creer estar despierto cuando se está dormido es algo que posiblemente todas las personas hayan tenido. Tema sin solución, favorito de los filósofos, nunca sabrá el hombre si duerme o está despierto, y podría ser, como Calderón, Unamuno y tantos otros han sugerido, que vivir es solo soñar (p. 277)

La idea de que el sueño es tan real para Don Quijote como estar despierto sugiere una percepción de la realidad que desafía las fronteras entre lo imaginario y lo objetivamente real. Esto plantea interrogantes filosóficas profundas sobre la naturaleza de la percepción y la realidad. ¿En qué medida estamos conscientes de nuestra propia realidad? ¿Cómo podemos estar seguros de que lo que experimentamos como real es verdaderamente tangible? Para terminar, la obra nos desafía a cuestionar nuestras percepciones de la realidad y a considerar la posibilidad de que la vida misma sea un sueño del que nunca despertamos por completo.

En múltiples ocasiones nos encontramos en una delgada línea entre la realidad y la ficción. A medida que avanzamos en nuestra vida necesitamos un ancla a la realidad que nos permita dilucidar entre cordura y locura. El origen de muchos de nuestros sufrimientos nace en que podamos hacer una lectura correcta y objetiva de nuestro entorno inmediato y dimensionar el peso de nuestras decisiones. Los personajes son complejos y nos hacen caer en cuenta sobre la ambigüedad de la realidad. Esta obra nos anima a entender que nuestras aspiraciones, sueños y fantasías, aunque a veces desfasados de la realidad, son parte esencial de la condición humana.

Referencias

Arenas-Martínez, S. (2012). Vista de El Quijote: realidad y ficción. Cinzontle. (10), 26-28 https://revistas.ujat.mx/index.php/Cinzontle/article/view/2619

De Cervantes (1615). El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha. Lemir19 (Trabajo original publicado 1605)

Juliá, M. (1993). Ficción y realidad en Don Quijote. (Los episodios de la cueva de Montesinos y el caballo Clavileño), Centro Virtual Cervantes, 275-280 https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=866275

Merino, J. M. (2016). Realidad Y Ficción En La Literatura Española. Çédille, Revista De Estudios Franceses, 53-67. https://www.ull.es/revistas/index.php/cedille/article/view/1228

Rodríguez, A. (2005). REALIDAD, FICCIÓN Y JUEGO EN EL QUIJOTE: LOCURA-CORDURA. Revista chilena de literatura, (67), 161-175. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-22952005000200011

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